Las elecciones
presentaron un panorama dual. La victoria amplia de Massa en la provincia de
Buenos Aires, las derrotas del kirchnerismo en el resto las principales
provincias de la pampa húmeda, Santa Fe y Cordoba, y en Mendoza, entre otras. Y
el triunfo del kirchnerismo a nivel nacional, con el 33.27 % para diputados y 39.37
% para senadores de los votos totales, consolidándose como la primera minoría y
manteniendo quorum propio en ambas cámaras.
La pregunta es qué
pasará en las elecciones presidenciales del 2015. Si bien falta mucho, es
recomendable un primer análisis de las tendencias que se vislumbran.
Las
debilidades del Frente para la Victoria
Las usinas de la
derecha difunden la idea de que
este gobierno ha agotado su política y deberá tomar medidas cercanas al
neoliberalismo, o directamente neoliberales. Sugieren que este gobierno ha hecho
todo mal y la única salida es el “ajuste”, y que le dejará este ajuste al
próximo gobierno. Y que en el corto plazo deberá de alguna manera devaluar,
negociar con los organismos financieros internacionales, promover el ingreso de
capitales (no lo dicen pero se refieren a capitales especulativos), etc .
Y dentro de las filas
kirchneristas hay algunos que vacilan frente a la posibilidad de tomar alguna
de estas medidas.
Lo cierto es que este
gobierno se enfrenta con problemas que hasta ahora no ha podido resolver: la
inflación y la escasez de divisas.
La inflación se debe
fundamentalmente a la estructura oligopólica y extranjerizada de la mayoría de
las empresas que proveen al mercado interno. Pero el gobierno no ha podido
enfrentar y controlar a estos oligopolios. Y muchos de ellos son los que
impulsan a la derecha destituyente.
La escasez de divisas tiene
como problema endémico la evasión y la fuga de las mismas. Es cierto que entre
las importaciones de la industria automotriz, de combustibles y el turismo se
va gran parte del superávit comercial (exportaciones menos importaciones). Pero
sin evasión y fuga el escenario sería muy distinto, y probablemente no habría escasez
de divisas a pesar de todo[i].
La evasión (el no
ingreso de las divisas en su totalidad) y la fuga (a través de los bancos) no ha
podido ser evitada satisfactoriamente por el gobierno. Si no se evadiera el
ingreso de divisas provenientes de las exportaciones, y no se fugaran divisas a
través de transferencias bancarias (que convierten pesos en dólares de sus
clientes y debitan los dólares que transfieren al exterior de las reservas del
banco central), la tenencia de divisas (reservas) por parte del Banco Central sería
seguramente suficiente. En este momento, por ejemplo, las patronales del campo
demoran en liquidar las divisas de sus exportaciones.
La Argentina produce divisas suficientes para cubrir
todas las necesidades de pagos al exterior pero gran parte de esas divisas o se
evade de ingresarlas al país, y quedan en las cuentas de los exportadores en
bancos del exterior, o se fugan del país a través de transferencias bancarias
con débito a las reservas del banco central.[ii]
¿Cómo puede solucionar
esto el gobierno? En un sentido general no tiene solución bajo el capitalismo,
y tampoco tendrá una solución total durante la construcción del socialismo vía
revolución social.
Una aproximación a la
solución sería la estatización del comercio exterior y los bancos, por un lado,
y también la estatización de los oligopolios que suban los precios sin aumentos
de costos reales. Pero, en primer lugar, la política del gobierno es otra,
básicamente se basa en el supuesto buen comportamiento de las empresas. El
gobierno sólo actúa cuando como en el caso de Aerolíneas, Repsol y los ferrocarriles
en este momento los desastres de las empresas privatizadas o privadas son
calamitosos y la estatización es una necesidad imperiosa.
Además de no ser la
estatización la política central del gobierno, por otro lado no necesariamente cuenta
con relación de fuerzas para estas estatizaciones. En cierto modo va
construyendo esta relación de fuerzas, pero con una debilidad fundamental. Para
estatizar los oligopolios, el comercio exterior, los bancos, etc., la única clase
social que puede proveer la fuerza necesaria para hacerlo es la clase obrera. Y
este gobierno coloca a la clase obrera en un lugar político subordinado, la educa en la conciliación de clases, la
educa en aceptar la conducción política de la burguesía. En estas condiciones
la fuerza política necesaria de la
clase obrera está semiausente.
Este gobierno lleva
adelante una política burguesa, pero es esencialmente un gobierno de clase
media, tiene una política burguesa desde una visión de clase media, originada
en la ideología de la JP de los ‘60/’70. Desde la perspectiva burguesa de clase
media la lucha de este gobierno es notable, inédita en la historia argentina.
Pero tiene los límites que hemos descripto. Si el gobierno mantiene la dosis de
coraje que ha tenido hasta ahora, con todas sus limitaciones, y sigue tomando
medidas progresivas, rompiendo barreras hasta ahora infranqueables, y se
encamina a una mayor estatización, aunque sea parcial, podrá avanzar hacia la
disminución de los problemas de inflación y escasez de divisas, reduciéndolos a
una medida tolerable. Si vacila, y se desvía hacia medidas cercanas al
neoliberalismo, se estará autodebilitando y colocándose cada vez más en manos
de la oposición de derecha destituyente.
También se habla de las
debilidades comunicacionales del kirchnerismo, y de la falta de una táctica
electoral que dé resultados más positivos. Si bien son temas que necesita mejorar,
si el kirchnerismo se encierra en esta problemática desnaturalizará su propia
esencia, correrá el riesgo de relegar a un segundo plano lo que es la base principal
de toda su política. Los votos a favor del gobierno, su núcleo duro, son los
votos de personas que reconocen los beneficios de las muchas reformas que ha
llevado este gobierno adelante. Sin abundar, se puede mencionar el agua
potable, las cloacas, la electrificación de todo el norte argentino y en general
en todo el país, el Plan Procrear, la construcción de viviendas en base a
cooperativas con la financiación del gobierno, la AUH, las jubilaciones, los millones
de nuevos empleos, etc., etc. Una gran parte de los ciudadanos que han sido
beneficiados con estas medidas aprecian y valoran los cambios en su situación
social y son votos firmes para el kirchnerismo. Ese es el camino elegido por
Néstor y Cristina Kirchner, y profundizado durante la gestión de la presidenta.
Ese es un voto genuino, fuerte, duradero. Pero se encuentra con la fenomenal
campaña mediática de la derecha destituyente que obnubila a gran parte de la
población. Es una pelea desigual en muchos sentidos. La existencia hace a la
conciencia, la mejora material tiende a hacerse conciente, pero interfiere en
este proceso la formidable campaña mediática. Pero a pesar de todo la única base
política fuerte que tiene el kirchnerismo es el camino elegido de reformas
sociales, y no sólo no debe relegarlo a un segundo lugar sino que necesita
profundizarlo. El kirchnerismo necesita seguir haciendo de las reformas su
política central si no quiere desaparecer del escenario político antes o
después, de golpe o gradualmente.
En estos límites y
contradicciones del kirchnerismo, que son los límites que impone el capitalismo
a todo populismo, radican sus posibilidades de crecimiento o decadencia.
El problema general es
que a la izquierda del kirchnerismo no hay ningún movimiento político que pueda
reemplazarlo mejorando su política. En esas condiciones una destitución o una
derrota electoral del kirchnerismo volverá a poner al país bajo un gobierno
noventista, corregido y aumentado por el aumento de la crisis mundial, un
escenario profundamente negativo para el desarrollo de la lucha de clases.
La ofensiva mediática
de la derecha destituyente hace estragos. Pero tiene sus apoyaturas. La
principal es el desconocimiento profundo de toda la población, en líneas
generales, de cómo funciona realmente el mundo. Ese desconocimiento es
impulsado permanentemente por el poder capitalista mundial, y se manifiesta en
todos los niveles del conocimiento.
En la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires podemos evaluar que hay un 50 % de la población que se ubica
ideológicamente del centro para la izquierda, y otro 50 % del centro para la
derecha. Pero hay otro 50 %, que se sitúa al centro, 25% del centro para la
derecha y 25% del centro para la izquierda, y este último 50 % es
extremadamente volátil, oscila fuertemente con todos los vientos ideológicos,
es inestable, permanentemente oscilante. Es este 50 % el principal sector del
electorado que produce permanentemente resultados que no se condicen con el 50
y 50 por ciento básico a derecha e izquierda.
En el “interior” del
país es algo distinto. En provincias como el Chaco, en las que la obra pública,
la electrificación, las reformas, se han llevado adelante con mucha
profundidad, la votación a favor del FPV ha sido mayor del 50%. En otras
provincias, como la de Buenos Aires, en la que gestión de Scioli dista mucho de
haber aprovechado todas las posibilidades de obra pública y reforma que impulsaba
el gobierno nacional, esta acción reformista ha sido mucho más débil. Los
resultados electorales tienen mucho que ver con esto.
Estas combinaciones
entre las gestiones gubernamentales y municipales con la política de obra
pública y reformas impulsadas por el gobierno nacional son muy variadas, y sus
resultados influyen profundamente en los resultados de la política central del
kirchnerismo, de basar sus resultados electorales en la profundidad de estas
políticas reformistas.
Si imaginamos un
escenario utópico, en el cual el poder mediático, en lugar de denostar
permanentemente al gobierno, hubiera difundido ampliamente todas las reformas
del gobierno, los resultados electorales serían ampliamente favorables al
gobierno.
La izquierda actual, en
este caso el FIT, ha hecho una muy buena elección. Se puede pensar que también
una parte de los votos kirchneristas se ha volcado a esta votación. El rol de
la izquierda actual también pesará seguramente en el 2015. Es indudable que en
primera vuelta la izquierda actual puede y debe votarse a sí misma. Pero en el
caso que en el 2015 la foto de hoy se mantenga, o sea que exista el actual
kirchnerismo y la derecha destituyente disputándose el ballotage, en ese caso
no hay dudas que la izquierda actual debería votar impidiendo el triunfo de la
derecha, es decir, debería votar por el kirchnerismo en el ballotage. Sobre
esto no debería haber duda, toda la historia de la política electoral del
bolchevismo así lo testimonia. Pero seguramente la izquierda actual no votará
ninguna de las dos alternativas del ballotage, dado que en líneas generales las
iguala como dos sectores de la burguesía, tan perjudiciales el uno como el otro
para la clase obrera.
De cara al ballotage,
de lo que se trata es de lograr el mejor escenario posible en el cual la clase
obrera pueda desarrollar la lucha de clases. No cabe duda que de los dos
escenarios posibles, es muchísimo peor el triunfo de la derecha destituyente.
El futuro del
kirchnerismo, y la posibilidad de que las reformas que benefician a toda la
población se profundicen y permanezcan en el tiempo, dependen en gran parte de
que el propio kirchnerismo supere en alguna medida sus límites y
contradicciones, y que la población en general logre diferenciar los dos
escenarios posibles, el de un país gobernado por el kirchnerismo y un país
gobernado por el noventismo aggiornado y exacerbado por la crisis mundial.
Carlos A. Larriera
1.11.13
[i]
Ver suplemento en CASH de Página
12 del 3.11.13 los artículos Cómo, cuándo
y dónde, por Claudio Scaletta y Made in
Argentina, por Javier Lewkowicz para una información más detallada sobre estos
temas.
[ii] Ver artículo Fuga de divisas y reservas del Banco Central,
por Carlos A. Larriera, en Kaos en la Red y en el blog wwwnudosgordianos.blogspot.com.ar
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