miércoles, 28 de enero de 2015

Revoluciones democráticas, terrorismo y guerrillas

Revoluciones democráticas, terrorismo y guerrillas


Primavera Árabe


No hay revolución socialista sin revolución democrática. La revolución democrática es un prerrequisito de la revolución obrera y socialista. La conquista del poder político por el proletariado sólo puede realizarse como una continuidad de una revolución democrática, no es la toma del poder del proletariado aislado del resto del pueblo sino por el contrario es el proletariado dirigiendo al conjunto del pueblo. El día de la revolución implica que todo el pueblo que se encuentra realizando la revolución democrática ha llegado a adquirir la conciencia de la necesidad de la expropiación del capitalismo, para lo cual es imprescindible la conquista del poder político por la clase obrera, única clase realmente consecuente en la lucha contra el capitalismo.

La revolución democrática tiene un gran porcentaje de espontaneidad y un nivel de conciencia bastante confuso y al comienzo el pueblo no tiene claro la necesidad de expropiar el capital y construir el socialismo. A medida que la revolución democrática va adquiriendo más y más dinámica, la tendencia a la elevación de la conciencia del pueblo se va incrementando. Aunque nunca puede lograr la plena conciencia sobre la verdadera naturaleza del capitalismo y la necesidad del socialismo sin la ayuda del partido revolucionario socialista. Pero a medida que se desarrolla la revolución democrática, la burguesía ve crecer el peligro del completo desarrollo de la conciencia y organización revolucionaria del pueblo, exista o no la ayuda desde afuera del partido socialista para elevar la conciencia.

La burguesía por lo tanto necesita frenar la revolución democrática, impedir la elevación de la conciencia durante su transcurso y crecimiento, reprimir a cualquier partido que ayude a esa elevación. Pero es muy frecuente que la dinámica de la revolución democrática dificulte en extremo la acción directa de las fuerzas represivas del estado burgués. Se corre el peligro cierto que el pueblo renueve su ofensiva democrático-revolucionaria a medida que aumentan los intentos represivos de la burguesía. Es lo que sucedió en Irán con la caída del Sha en 1979, o en la revolución nicaragüense, y en general en todas las revoluciones democráticas cuando alcanzan un nivel agudo de desarrollo. En Irán cada movilización del pueblo era reprimida con cientos o miles de muertes, pero a los pocos días una movilización mucho mayor se producía y era reprimida con mayores muertes, y nuevas movilizaciones y nuevas represiones hasta que las movilizaciones crecieron tanto y fueron tan imparables que el terrorífico aparato represivo del Sha se desmoralizó, se desintegró, y aquellos de sus integrantes que pudieron, que no cayeron frente al castigo del pueblo, huyeron del país.

Por todo esto la clase dominante, la burguesía, promueve el terrorismo y la guerrilla para desnaturalizar y desviar la revolución democrática. Ni el terrorismo ni la guerrilla son estrategias revolucionarias. Son tácticas. Y en algunas situaciones concretas es útil recurrir a ellas, incluso pueden llegar a ser imprescindibles en un momento dado. Pero son sólo tácticas, convertir estas tácticas en estrategias revolucionarias es abandonar la verdadera estrategia revolucionaria que incluye necesariamente el impulso y desarrollo de la revolución democrática. Un ejemplo histórico de la conveniencia y hasta la necesidad perentoria de una de estas tácticas fue la guerrilla de Güemes. Había que frenar, demorar, impedir el avance del ejército realista del Alto Perú y no existía un ejército regular revolucionario para hacerlo.

La clase media, el pequeño burgués, “el pequeño propietario, que bajo el capitalismo siempre sufre opresión y muy a menudo un deterioro en extremo agudo y rápido de sus condiciones de vida, incluso la ruina, cae con facilidad en extremismos revolucionarios, pero es incapaz de tener constancia, organización, disciplina y firmeza.”[1] El pequeño burgués no constituye una clase, no puede visualizar una revolución de masas, clasista, tiende a buscar soluciones individuales, como el terrorismo, o de alguna manera la guerrilla. Son tendencias naturales de la clase media. Se desesperan frente a procesos de lucha de clases largos, difíciles, sacrificados, y buscan acciones individuales. El capital utiliza estas tendencias naturales, las promueve, las organiza, para desnaturalizar las revoluciones democráticas.

La falsa identificación de lucha armada en el sentido de guerrilla, con la revolución social, como si fueran sinónimos, ideología que está muy difundida en la izquierda, es utilizada permanentemente por el gran capital de múltiples maneras, todas ellas frenan, desvían, confunden la dinámica de las revoluciones democráticas.

No quiere decir, como en el caso de la dictadura del ’76 al ’83, que la guerrilla haya sido la causa de esa dictadura, o la excusa que permitió llevarla a cabo. Hoy está cada vez más claro que la dictadura se debió a una ofensiva del capital concentrado y centralizado internacional buscando escapar de su propia crisis y que la dictadura se hubiera producido igual con o sin guerrilla.

Pero el perjuicio que provocó la guerrilla en el pueblo en la Argentina fue que separó la violencia de la lucha democrática del pueblo. Un pequeño ejercicio de imaginación contrafáctica, hipotética, permite ilustrar esto. ¿Qué hubiera pasado con las 3A si no hubiera existido guerrilla ni actos terroristas por parte de la izquierda? ¿Si la izquierda sólo hubiera actuado como dirigentes gremiales, barriales, sociales? Cuando las 3A iban a las casas de los militantes a masacrarlos, ¿No es imaginable que las madres las hubieran rechazado usando como armas todo lo que tuvieran a mano, por decirlo de alguna manera? ¿No es imaginable que la reacción popular, democrática, al defender a sus hijos, sus luchadores, hubiera sido significativamente distinta a la que fue? La guerrilla contribuyó a que el pueblo fuera el espectador “frente a dos bandos que se peleaban”, poco más o menos. El asunto es mucho más complejo, por supuesto, y no se puede abarcar todo el problema en estas pocas líneas. Pero estas reflexiones sirven para entender cómo la burguesía utiliza permanentemente el terror y la guerrilla para desviar y desintegrar el curso de las revoluciones democráticas.

Hoy en día el 90% del terrorismo es impulsado por EE.UU. e Israel. Sus servicios de inteligencia (CIA, Mossad, etc.) promueven y manipulan las tendencias embrionarias de algunos integrantes de la clase media hacia el terrorismo, o directamente las fabrican. No hay que olvidar que EEUU necesitaba un enemigo para justificar su terrorismo internacional y consiguió su justificación con el atentado a las Torres Gemelas. O que justificó la invasión a Irak con la falsa denuncia de que tenían armas nucleares. Thierry Meyssan dice, por ejemplo: Tenemos que recordar que, desde el desmembramiento de Yugoslavia, el estado mayor estadounidense ha experimentado y puesto en práctica en numerosos países su estrategia conocida como «pelea de perros», que consiste en matar miembros de la comunidad mayoritaria y matar después miembros de las minorías para lograr que ambas partes se acusen entre sí y que cada una de ellas crea que la otra está tratando de exterminarla. Fue así como Washington provocó la guerra civil en Yugoslavia y, últimamente, en Ucrania”.[2]

Es imprescindible tener en cuenta que frente al avance de las revoluciones democráticas, el gran capital recurre al terrorismo o la guerrilla para desarmarlas, desorientarlas, desmoralizarlas, transformarlas en guerra civil pueblo contra pueblo.

Es el sentido fundamental del atentado contra Charlie Hebdo, tanto si fue producto de la acción de un pequeño grupo espontáneo e independiente, como si fue un operativo inducido por los servicios de inteligencia de los grandes países capitalistas. La campaña antimusulmana subsiguiente tiende a justificar la represión indiscriminada no solamente en Francia y en Europa, sino que se puede extender a cualquier país del mundo. Bastaría con señalar que en tal o cual país existe “el peligro musulmán”.

Las primaveras árabes, los movimientos democráticos en Grecia y España, y en muchos otros países de distintas partes del mundo, incluyendo a América Latina, constituyen distintos grados de desarrollo de revoluciones democráticas. El peligro de que el capital fabrique terrorismos o guerrillas para desnaturalizarlas y crear el enfrentamiento de pueblo contra pueblo está a la orden del día en todo el planeta.

Carlos A. Larriera

28.1.2015







[1] V. I. Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, segunda edición, 1971, tomo XXX, pág. 137.

[2] ¿UN 11 DE SEPTIEMBRE EN PARÍS? ¿Quién está detrás del atentado contra Charlie Hebdo? por Thierry Meyssan, Voltairenet.org, http://www.voltairenet.org/article186413.html



martes, 27 de enero de 2015

Las PASO del FPV del 2015: la verdadera elección




Las consecuencias político electorales del caso Nisman son por el momento inciertas. Habrá que ver cómo se van desarrollando los acontecimientos para tener un panorama más o menos claro. Esta nota fue escrita antes de la muerte del fiscal Alberto Nisman, pero de cualquier manera sus planteos generales siguen teniendo vigencia.

Scioli siempre ha sido un caballo de Troya dentro del Frente para la Victoria. Es evidente su identificación profunda con los intereses del capital concentrado y centralizado internacional. No necesariamente esto quiere decir que se oponga a las mejoras sociales realizadas durante la última década. Pero Scioli nunca las hubiera realizado si hubiera sido presidente. La razón fundamental es que es un centrista estructural. No hubiera cruzado la línea que marca el capital concentrado y centralizado internacional (CCyC), no hubiera realizado ninguna reforma que no contara con su tolerancia. Actúa como si creyera que se puede mejorar el nivel de vida de la población y al mismo tiempo acordar con las exigencias del CCyC.

Uno de los pilares de la gestión de este gobierno es la inversión en infraestructura. Desde el ministerio de planificación de De Vido se han realizado enormes inversiones en electricidad, agua potable, cloacas, carreteras y muchas otras. El Ministerio de Planificación ha realizado estas obras mediante acuerdos económicos con los distintos gobernadores e intendentes. El crecimiento de provincias como Entre Ríos, Chaco o Santiago del Estero es un fiel testimonio de esta colaboración. En proporción las obras hechas en la Provincia de Buenos Aires en la última década son marcadamente menores. Lo menos que se puede decir es que Scioli ha desaprovechado una oportunidad muy importante.

En el FPV saben quién es Scioli, saben que si gana en las PASO su gobierno irá cediendo al CCyC y se irán perdiendo todas las mejoras conseguidas. Por eso todos los que creen en el llamado proyecto kirchnerista no quieren que gane Scioli en las PASO.

El CCyC como siempre apuesta a varios candidatos y espera a ver quién se perfila mejor para darle su apoyo total, fundamentalmente económico y de clase. Macri y Massa por fuera del FPV y Scioli por dentro. Si gana Macri las elecciones, se volverá rápidamente para atrás con todas las reformas y el CCyC avanzará con igual rapidez. Pero el CCyC tiene que prever que ni Macri ni Massa junten suficientes votos. En ese caso necesitarán de Scioli. Necesitarán que Scioli gane las PASO.

El FPV más identificado con el “proyecto” tratará de impedir que Scioli gane las PASO. Pero Cristina sabe muy bien que sería contraproducente un enfrentamiento directo con Scioli. Scioli podría llevarse una parte considerable de los votos del FPV. Y además una “guerra” con Scioli podría ser vista por la base kirchnerista como una batalla de intereses, lo que provocaría desconcierto y desaliento, y además las amplias capas del pueblo que adhieren al FPV se verían desorientadas ante un candidato del FPV que en el gobierno vuelve para atrás las reformas logradas. Por eso Cristina en su último discurso al decir que “no basta con los colores” estaba emplazando a Scioli a que se definiera claramente y se comprometiera expresamente y al mismo tiempo diciéndole a todo el FPV que había que desenmascarar a Scioli. La táctica es excelente porque busca que se evidencie que Scioli es de otro proyecto y por lo tanto no es que se lo eche del FPV sino que él se va, que él ya está afuera por decisión propia. De esta manera se busca que Scioli se quede sin base en el FPV, que la mayoría tome nota que tiene otro proyecto. Si esto se logra un candidato comprometido con el proyecto sería el que ganara en las PASO del FPV y Scioli quedaría naturalmente afuera.

La clave de todo esto es que en el momento de las PASO la inmensa mayoría de los potenciales votantes de Scioli hayan tomado nota de que éste no va a defender el “proyecto”, que con Scioli se irán perdiendo las mejoras logradas.

Si esto se lograra, si poco antes de las PASO se supiera que Scioli no gana porque las bases kirchneristas tomaron conciencia de su verdadera política, el CCyC (sus representantes Macri, Massa, y FAUNEN) muy posiblemente tratarían de volcar todos su votos en la PASO del FPV para lograr que gane Scioli.  

Lamentablemente la estructura de las PASO permite que esto pueda suceder. Cualquier ciudadano puede votar en las PASO de cualquier partido, a condición de que no vote en las PASO del resto de los partidos. Algo totalmente antidemocrático pues permitiría aberraciones como, por ejemplo, que los votantes del PRO decidan qué candidato va a ir en el FIT (Frente de izquierda y los trabajadores). La derecha, la representante política del CCyCI, puede muy bien enviar a sus simpatizantes a votar en la interna del FPV. No podrían votar en las paso de la propia derecha, es decir en las PASO del PRO (Macri), del Frente Renovador (Massa) ni del FAUNEN, pero garantizarían a Scioli como candidato del CCyCI.

¿Qué se podría hacer en ese caso? Concientizar de la maniobra a todos los que no quieren que se vuelta atrás en las mejoras logradas en la última década para que concurran masivamente a votar en las PASO del FPV al candidato más fiel al “proyecto”. Crear clara conciencia de que es en las PASO donde realmente se define la votación presidencial.

¿Qué se podría hacer si, a pesar de todo, los votos de la derecha defensora del CCyCI logran que gane Scioli? En primer lugar concientizar a toda la población de que ha sido una maniobra de la derecha. Que en ese caso no habrán sido los simpatizantes del FPV los que le habrán dado los votos suficientes a Scioli.

En segundo lugar concientizar a la población para que defienda en la calle y en todas las instancias posibles las mejoras logradas bajo el kirchnerismo.

Carlos A. Larriera

26.1.15



lunes, 26 de enero de 2015

La elevación de la conciencia bajo el kirchnerismo

La elevación de la conciencia bajo el kirchnerismo


No se puede cambiar nada de raíz sin elevar la conciencia del pueblo. Ningún cambio profundo se puede lograr sin una revolución democrática de toda la población. Pero ninguna revolución democrática es posible si la mayoría del país no adquiere profunda conciencia de su necesidad. El poder dominante, el gran capital concentrado y centralizado internacional, está interesado en que esa toma de conciencia no se produzca, y actúa por todos los medios a su alcance para impedirlo. La única posibilidad de derrotar a este poder concentrado es elevar la conciencia a pesar de todos los obstáculos. Todo el que quiera realmente cambiar las cosas a favor del pueblo necesita tener como eje de su actividad política esta lucha por la elevación de la conciencia.

La izquierda actual, incluyendo a los partidos del FIT, no tiene a la elevación de la conciencia como su tarea principal. Esto indica claramente que su estrategia no es la revolución social.

El kirchnerismo incorpora muchos elementos que oscurecen la conciencia en lugar de aclararla. Reivindica al capitalismo, reivindica el estado capitalista, está a favor de la conciliación de clases en lugar de impulsar la lucha de clases de los trabajadores. Estos rasgos negativos del kirchnerismo son utilizados por gran parte de la izquierda para negar que contradictoriamente ayude en algún sentido a la elevación de la conciencia.

Pero la intoxicación de la conciencia que produce el kirchnerismo es la misma de toda democracia burguesa, de todo capitalismo. Ningún partido político que reivindique la posibilidad de bienestar del pueblo bajo el capitalismo puede opinar distinto. Si lo hiciera, debería negar esa posibilidad e intentar ir más allá del capitalismo.

La lucha contra la intoxicación de la conciencia bajo el kirchnerismo es la misma lucha en toda democracia burguesa. No solamente el kirchnerismo, la inmensa mayoría de la población cree que todas las soluciones posibles a los problemas sociales deben darse bajo el capitalismo. A nadie se le ocurre ir más allá del capitalismo.

La lucha del verdadero socialismo debe incluir necesariamente la unidad de acción con todos los movimientos progresistas, al mismo tiempo que declara abiertamente que la única solución de fondo sólo puede surgir a través de la revolución social.

La mayoría de la población no eleva su conciencia estudiando y leyendo. Eso solamente queda reservado a  una ínfima minoría de intelectuales (de cualquier clase social, en su mayoría clase media). El pueblo en general, eleva su conciencia por experiencia de masas. Acompañar esa experiencia de masas es una tarea insoslayable de los socialistas. La izquierda del FIT, por ejemplo, no solamente no acompaña la experiencia de masas kirchnerista, sino que la menosprecia. Esto es precisamente lo contrario de toda táctica socialista.

Si el pueblo sólo eleva su conciencia por experiencia de masas, y los socialistas no establecemos una unidad de acción con esa experiencia, ¿Cómo podemos pretender que se eleve la conciencia popular? En todo caso no será precisamente con nuestra ayuda, como planteaba Lenin en el ¿Qué hacer?, sino sólo por la espontaneidad de las masas. Con lo cual el rol de los socialistas dejaría de existir, el partido sería innecesario. Toda la experiencia histórica demuestra que es un absurdo negar la necesidad del partido revolucionario.

Marx y Lenin reivindicaban la necesidad de caracterizar el contenido y la dinámica objetiva de todo movimiento de masas. En el caso de que sean progresivos, por más intoxicada que tengan su conciencia al momento de iniciarse el movimiento, la unidad de acción era la política verdaderamente socialista.

¿Es sincero el kirchnerismo? ¿Realmente intenta luchar por el crecimiento con inclusión social para los 40 millones de argentinos? Todos los datos de la realidad certifican que los integrantes más sinceros del kirchnerismo, empezando por Néstor y Cristina son sinceros. En todo movimiento hay tibios, oportunistas y caballos de troya, pero el núcleo central del kirchnerismo no se puede negar que sea sincero. Que sea su proyecto utópico es otra cuestión. Pero es la utopía de la clase media mundial, y de gran parte de la clase obrera. La lucha político ideológica contra esa falsa ideología es la tarea permanente y central de todo verdadero socialista. Pero la forma de hacerlo no es boicoteando esa lucha populista, sino practicando la unidad de acción con todo lo que signifique avances económicos, sociales y democráticos. La demostración de que la política kirchnerista es utópica y que la revolución social es el único camino posible pasa por desarrollar, al máximo posible, esta lucha por la inclusión social bajo el capitalismo. Si el pueblo participa masivamente de esta lucha, si se agotan todas las acciones posibles para su concreción plena se verá con la mayor claridad que el capitalismo es una valla que impedirá siempre la “inclusión social” plena, que hay que superar el capitalismo, expropiarlo, realizar la revolución social y construir el socialismo.

La culminación de la construcción del socialismo, por supuesto, es mucho más que la “inclusión social” es la administración directa del pueblo de toda la vida económica y social. Pero en el “instinto” de las masas esta lucha por la inclusión apunta borrosamente en el mismo sentido. Lo espontáneo es lo embrionario de lo conciente, decía Lenin. No solamente hay que tener en cuenta la sinceridad en las intenciones de muchos dirigentes kirchneristas, lo más importante es que se ha despertado un movimiento social que trabaja activamente para lograr el máximo bienestar del pueblo. Pretender que un movimiento social de este tipo comience su existencia teniendo plena conciencia del funcionamiento del capitalismo no se corresponde con la realidad, de hecho implica estar en contra del surgimiento de todo movimiento social.

No se trata de apoyar al kirchnerismo como tal, ni a su gobierno se trata, por un lado, de luchar con todas las fuerzas para que la ofensiva del capital concentrado no tenga éxito, que no pueda destituir a este gobierno, que no gane las próximas elecciones, que todos los boicots que realice fracasen, que los fondos buitres sean derrotados, que se mantenga la mayoría accionaria estatal en YPF, la AUH, y todas las mejoras logradas bajo este gobierno. Y, por supuesto, que el intento destituyente o de derrota electoral del caso Nisman no tenga éxito. Y como dicen los kirchneristas, ir por más.

Los socialistas debemos proponer en todo momento la mejor forma de lograr todas y cada una de las reformas sociales, económicas, políticas y democráticas que sean objetivamente posibles de realizar bajo el capitalismo.

Por el contrario proponer reformas imposibles de concretar bajo el capitalismo como sería, por ejemplo, la abolición del trabajo asalariado, es desde todo punto de vista contraproducente, absolutamente contraindicado.

La izquierda del FIT por ejemplo, presenta su oferta electoral como si todas las reivindicaciones posibles de los trabajadores pudieran concretarse si el FIT ganara las elecciones presidenciales. Con esto se aparta del socialismo y confunde y engaña a los trabajadores de dos maneras: por un lado diciendo implícitamente que un verdadero socialista puede integrar el ejecutivo en un Estado capitalista, y por otro lado prometiendo que bajo un gobierno del FIT todos los reclamos sociales podrán ser satisfechos. Esta forma de propagandizar su oferta electoral implica entre otras cosas, una visión no socialista, burguesa,  del Estado capitalista, al mismo tiempo que presenta a la política de los distintos gobiernos democráticos burgueses como dependiendo fundamentalmente de la buena o mala voluntad de esos gobiernos para satisfacer los reclamos del pueblo. Un gran engaño a los trabajadores que, además, omite mencionar la lucha interburguesa, la política del capital concentrado y centralizado internacional (CCyCI ) y lo que es peor, sin mencionar que en todo momento el conjunto del pueblo liderado por la clase obrera necesitará librar infinidad de luchas a todos los niveles, primero para obtener la mayor cantidad y calidad de reformas bajo el capitalismo, y después muchas más aún para lograr la revolución social y la construcción del socialismo. El mensaje implícito en las campañas electorales del FIT es que si gobernaran solucionarían todos los problemas. Este mensaje también está implícito en las críticas que se le hacen al actual gobierno, dando por sentado que es todopoderoso y que todos los males se deben a su política capitalista deliberada y voluntaria.

El capitalismo es uno solo, pero de acuerdo a los diferentes grados de concentración y centralización del capital, la política de los distintos grupos empresarios tienen diferencias importantes. Los grandes conglomerados  internacionales que fabrican y venden en todo el planeta tienen intereses en gran medida contrapuestos con los grupos empresarios que necesitan del mercado interno para crecer. El populismo es un enemigo para los grandes conglomerados empresarios cuyo mercado es el mundo entero. Los intentos de gobiernos como el kirchnerismo de aumentar el mercado interno ampliando la inclusión social, no son tolerados por estos conglomerados, el capital concentrado y centralizado internacional (CCyCI). Los ataques contra esta política del gobierno tienen muchos parecidos, salvando las diferencias, con los ataques contra la política de construcción del socialismo del gobierno soviético dirigido por Lenin.

Hay un paralelo entre la lucha del kirchnerismo, desde el gobierno y desde el llano, para lograr reformas sociales superando la oposición destituyente del CCyCI y la lucha del bolchevismo en el gobierno soviético bajo la dirección de Lenin. Existe una diferencia abismal entre los dos gobiernos en cuanto a que al gobierno soviético se accede vía revolución social, la destrucción del Estado capitalista y su reemplazo por un Estado obrero soviético, el proletariado en el poder dirigiendo a todo el pueblo, apoyándose en la movilización revolucionaria de las masas, en el armamento general del pueblo, la creación del Ejército Rojo, etc. Mientras que el kirchnerismo proviene de elecciones burguesas, mantiene el Estado capitalista, defiende al capitalismo, predica la conciliación de clases abandonando la lucha de clases, confundiendo ideológicamente al pueblo. Pero a pesar de esta diferencia abismal se puede efectuar un paralelo en las dificultades que encuentran los dos gobiernos para realizar reformas sociales frente a la oposición del CCyCI, que es el mismo en los dos casos en cuanto a su carácter de capital concentrado. El kirchnerismo se maneja con un respeto puntilloso de los mecanismos democrático burgueses, pero recurriendo al apoyo popular, en especial de la juventud. El bolchevismo se basaba en la conquista del poder político por el proletariado, en la expropiación de los capitalistas y la lucha revolucionaria del proletariado y el conjunto de los trabajadores y los campesinos pobres. Los boicots a las políticas económicas de los dos gobiernos por parte del CCyCI tienen muchas similitudes. La ofensiva destituyente también tiene similitudes en cuanto a la ofensiva mediática, la difamación y otras cuestiones, con la diferencia abismal que para destituir al país soviético lo invadieron militarmente todos los países imperialistas provocando una guerra civil que los soviéticos sólo pudieron superar al cabo de varios años.

El kirchnerismo confía en la burguesía, y en particular en el supuesto empresariado “nacional”. El bolchevismo expropió a la burguesía, pero no pudo expropiar al resto de la burguesía mundial, por eso el CCyCI pudo mantener una guerra feroz contra el Estado soviético.

La utopía del intento del kirchnerismo de crecimiento con inclusión social bajo el capitalismo no impide que se hayan realizado y se realicen muchas mejoras en el bienestar del pueblo y en el desarrollo de la economía, bienestar y desarrollo que son necesarios como punto de partida para la construcción del socialismo vía revolución social.

Si la construcción del socialismo vía revolución social empieza en una situación de desastre económico generalizado, en que hay que construir todo tipo de infraestructura, trenes, autopistas, autovías, carreteras, líneas aérea, producción y distribución de electricidad, petróleo, gas, la extracción de minerales necesarios como el cobre y el litio, agua corriente, cloacas, plantas potabilizadoras, telefonía, puertos, puentes, satélites, fibra óptica, siderurgia y otras industrias de base y todo tipo de industrias necesarias para el funcionamiento “normal” de una economía, como fabricación de camiones, autos, aviones, barcos, artículos electrónicos, electrodomésticos, de computación, impresión tridimensional, biotecnología, nanotecnología, laboratorios medicinales y de otros productos químicos, y la lista sería interminable, si hay que comenzar la construcción del socialismo sin todo ese desarrollo económico, sería prácticamente imposible hacerlo. Basta recordar las tremendas dificultades que tuvo el gobierno de Lenin, empezando por la falta generalizada de electricidad, que le llevó a pronunciar la famosa frase: “hoy la revolución es soviets más electricidad”.

El punto de partida ideal para comenzar la construcción del socialismo es el máximo desarrollo posible capitalista, lo que significaría que en su momento “bastaría” con expropiar al capital para sentar las bases económicas fundamentales del socialismo.

Pero no sólo eso, todo avance democrático, todo avance en la lucha contra la discriminación, todo experiencia de trabajo solidario, o cooperativo, todo avance científico, tecnológico, cultural, artístico, así como las paritarias sindicales, la jubilación de todos con edad de hacerlo, la educación, la vivienda, etc., etc., constituyen una base poderosa de sustentación para el avance de la construcción del socialismo.

Todos estos desarrollos y muchos otros se están realizando en el país en la última década. Con todas las limitaciones que se quiera, empezando por las limitaciones capitalistas en que se enmarcan, estos desarrollos deben ser defendidos, aprovechados e incrementados.

El socialismo no surge de la nada sino del capitalismo, y toda la experiencia acumulada en ese período  histórico debe ser aprovechada para construir la sociedad socialista.

La lucha ideológica contra la falsa ideología kirchnerista sólo se puede ganar luchando por llevar al llamado  “crecimiento con inclusión social” al máximo grado posible de crecimiento durante el capitalismo. Sólo agotando esta experiencia de masas, llevándola a su máximo desarrollo posible bajo el capitalismo las convencerá de la imposibilidad de lograrlo plenamente bajo el capitalismo. Agotando esa experiencia se habrá adquirido un conocimiento profundo y masivo de las dificultades insalvables que presenta el capitalismo, y se habrá elevado la conciencia de las masas tanto en sentido general como práctico de las tareas que será necesario realizar para la expropiación del capitalismo y la construcción del socialismo.

La elevación de la conciencia de las masas es imprescindible para el triunfo de la revolución social. Transitando esta experiencia hasta agotarla con la ayuda del verdadero socialismo, las masas se liberarán de la falsa conciencia kirchnerista pero no por la vía de la decepción, el desánimo y la derrota por muchos años, sino que por el contrario, al mismo tiempo que se liberan de la ideología kirchnerista estarán tomando conciencia de la necesidad de la revolución social para lograr un verdadero “crecimiento con inclusión social”.

Carlos A. Larriera


26.1.2015