Gran parte del pueblo apoya al más fuerte
Para
enfrentar y ganarle al capital concentrado y centralizado internacional (CCyCI)
es necesario tener más fuerza que él. El CCyCI tiene la fuerza por ser el dueño
de la mayoría de la economía planetaria, a través de sus
monopolios/oligopolios. Esto quiere decir que es propietario y controla los
transportes, la electricidad, el gas, el petróleo, los yacimientos de minerales
como el litio (hoy fundamental), el oro y muchos otros. La construcción de
viviendas, la fabricación de medicamentos, los supermercados, el 90% de los
medios de comunicación mundiales, televisión, radio, diarios, internet, redes
sociales, Google, Amazon, Apple, Netflix. Las fábricas de artículos del hogar,
computación, todo tipo de maquinaria de última tecnología, la biotecnología, la
nanotecnología, la industria militar, la aviación, la lista sería interminable.
Es dueño de los campos, tiene un poder económico imposible de vencer a través
de las elecciones de las democracias burguesas,
porque además es dueño de todos los Estados de todas las naciones. Las
autoridades electas en cada país son solamente gerentes de esos Estados. Y
cuando intentan tener una política que tímidamente se independice de la
voluntad y las necesidades del CCyCI, éste realiza campañas destituyentes, de
permanente desestabilización de la economía, como sucede en Venezuela, o
sucedió en Chile con Salvador Allende, y buscan por todos los medios destituir
estos gobiernos y reemplazarlos por aquellos que obedezcan ciegamente sus
órdenes.
El caso
de América Latina, en las últimas décadas, es ilustrativo de este accionar. Los
llamados gobiernos progresistas, populistas, como los de Evo Morales, Rafael
Correa, Lula da Silva, Chavez-Maduro, Kirchner, Lugo, etc., son destituidos de
una manera u otra. Usan el poder judicial y parlamentario para ejecutar golpes
blandos destituyentes, como en el caso de Brasil con Dilma Roussef. En el caso
de la Argentina instrumentaron, el último mes antes del ballotage, un shock
publicitario tremendamente efectivo y ganaron por escaso margen las elecciones,
usando la mentira más descarada en las promesas electorales, demonizando al
gobierno kirchnerista, y manteniendo a gran parte del pueblo en la ignorancia
política y económica, inoculando el odio hacia todo aquello que se relacionara
con políticas populistas.
Ejemplos
hay en todo el planeta, como la destrucción de la economía griega
principalmente por Alemania y Francia, utilizando entre otras cosas el euro,
que no es otra cosa que un marco alemán disfrazado, impuesto por decreto a
todas las naciones europeas.
Para
enfrentar esta poderosa fuerza se necesita por lo menos una fuerza equivalente.
La historia enseña que el caso más paradigmático es el de la Revolución Rusa de
noviembre de 1917, en la que el partido bolchevique después de años de trabajo
político logró que la mayoría de la población elevara su conciencia hasta
comprender claramente cómo funcionaba el mundo, la naturaleza de la dictadura
zarista, y fundamentalmente que el enemigo del pueblo era el capitalismo y, de
esa manera, estuviera dispuesto a realizar la revolución social, la
expropiación del CCyCI.
Para
lograr esto el partido bolchevique demostró que era capaz, no solamente de
comprender la realidad y explicarla a todo el pueblo, sino soportar toda la
represión zarista, que condenó a prisión o al exilio a muchos militantes, y
mató a otros tantos. Frente a todo esto el partido bolchevique se mantuvo
firme, supo combinar el trabajo legal con el “ilegal”, cuando las
circunstancias así lo requerían y se ganó la confianza de la clase obrera y de
todo el pueblo sobre su capacidad de dirigir y ganar la revolución social.
Hoy en
día en la Argentina no hay nada parecido, con las diferencias del caso en
relación a las características de nuestro país, el cambio de época, el
desarrollo astronómico de la tecnología, incluyendo el armamento militar, la
deslocalización de gran parte de los obreros de todos los países, etc.
La
debilidad de los partidos de la oposición abre la posibilidad de un nuevo
triunfo del macrismo en el 2019. Gran parte del pueblo sigue al más fuerte, y
para votar a la oposición la debe visualizar con la fuerza necesaria. No es
suficiente un programa dotado de buenas intenciones pensado para el pueblo.
El
triunfo del nazismo en Alemania se basó, en gran parte, en la debilidad de los
partidos comunista y socialista, en su reformismo estructural, en no
constituirse en una fuerza capaz de enfrentar y ganarle al nazismo. Algo
similar sucedió con el fascismo italiano.
Cualquiera
que sea la variante que adopte la oposición al actual gobierno, si no tiene un
programa claro, una fuerte organización que soporte y supere cualquier
represión, y una capacidad de elevar la conciencia de todo el pueblo, se corre
el riesgo que el macrismo gane las elecciones nuevamente porque gran parte de
la población sigue y vota al más fuerte.
Puede
suceder que la situación económica de la población se deteriore en tal forma
que tome clara conciencia de lo que representa el macrismo y no lo vote. Pero
confiar solamente en eso es insuficiente. Entre otras cosas porque los miembros
de la población pueden tomar conciencia (aunque no en todos los casos) cuando
son afectados directamente en su nivel de vida.
Se
necesita una organización política opositora que ayude al pueblo a tomar
conciencia de los peligros que lo acechan antes que éstos se transformen en
realidad y sea demasiado tarde.
Carlos
A. Larriera
9.4.2018
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