El
problema de seguridad se soluciona con trabajo digno para todos
Los
capitalistas ocultan su responsabilidad sobre los males que sufre la sociedad.
Intentan, y en gran medida, logran que la población los acepte como algo
natural.
El tema
de la imposibilidad del pleno empleo es uno de esos males. Nadie ha explicado por qué razón es
inevitable, pero está instalado que es así. Hay “explicaciones” que no pueden
ser tomadas con seriedad, como cuando se dice “siempre fue así”.
La
cuestión es que el capitalismo no puede
ni quiere que exista trabajo para todos.
No puede
por la naturaleza del capitalismo, por la búsqueda de la ganancia y la
competencia intercapitalista.
No
quiere porque necesita una desocupación lo suficientemente grande como para
disciplinar a los asalariados, para que no estén en condiciones de reclamar
salarios dignos y buenas condiciones de trabajo.
Es en el
capitalismo donde “siempre fue así”. Toda la capacidad de trabajo del conjunto
del pueblo es necesaria para realizar las obras que se necesitan como, por
ejemplo, construcción de viviendas, hospitales o escuelas. La mano de obra
desaprovechada, inactiva, que provoca el capitalismo, es todo lo contrario de
un buen funcionamiento de la economía.
El
capitalismo no sólo provoca desocupación, sino que impide que los trabajadores
tengan sus propios emprendimientos laborales. El caso de la Tupac Amaru y
Milagro Sala exime de mayores comentarios al respecto.
Los
capitalistas son los propietarios de los medios de producción, de la
maquinaria, de la tecnología, de las tierras, de los edificios, etc. Todo lo
que sirve para la producción es propiedad capitalista.
Si los
capitalistas son los dueños de los medios de producción, evidentemente son
responsables de darles el uso adecuado, que no puede ser otro que el que más
beneficia a la población. De lo contrario tiene un monopolio que impide que sea
el propio pueblo el que solucione sus necesidades de todo tipo. Y esto es lo
que realmente sucede.
Los capitalistas
crean la desocupación y, al mismo tiempo, impiden que los trabajadores lo hagan
por propia iniciativa.
A pesar
de todo esto, los capitalistas no se hacen responsables de la falta de trabajo.
Esta dualidad se repite para cada uno de los perjuicios que provocan.
No
existe ninguna ley natural que determine que no puede haber trabajo para todos.
Siendo
los verdaderos responsables los capitalistas tratan de engañar a la población,
induciéndola a que considere como más importantes otras cuestiones. Este es el
caso del llamado “problema de seguridad”.
El capitalismo, al crear desocupación, también crea pobreza y miseria. Es parte
de la naturaleza humana que algunos sean más resistentes a las penurias que
otros. Al generalizarse la pobreza, al aumentar las necesidades que tienen que
ver con la subsistencia, en particular las de los niños, todos buscan
desesperadamente la forma de solucionarlas. Y una minoría se ve empujada a
robar, so pena de no poder subsistir.
Esto no
es echarle la culpa a los pobres, que en primer lugar no son responsables de su
pobreza, sino tener claro que en medio de la penuria generalizada es inevitable
que una minoría recurra al robo. No son los pobres que, por lo general tienen
una gran capacidad de soportar todo su desamparo, sino sólo algunos de ellos,
los más débiles, o los que necesitan medicamentos para sus hijos, entre otros
casos puntuales.
Tampoco
es la vagancia del pueblo la responsable de la desocupación y la pobreza. Otra
vez el ejemplo de la Tupac Amaru demuestra que la voluntad de trabajo es
universal, y que se manifiesta allí donde hay una mínima posibilidad de
hacerlo. El ejemplo de los cartoneros también es muy ilustrativo. El tremendo
sacrificio que realizan, su capacidad de inventar trabajo, habla claramente de
la voluntad de no robar, de realizar los mayores sacrificios con tal de vivir
dignamente. Incluso sin nada han creado, en cierto modo, una industria.
Pero a
todo esto se agregan males específicos del capitalismo, como el narcotráfico.
Los grandes narcotraficantes son capitalistas, forman parte de la clase
capitalista, son socios de otros capitalistas bancarios, industriales, comerciales.
Para poder funcionar la mafia de la droga tiene necesariamente que sobornar y
corromper a todos los gobiernos. Allí donde logra una presencia importante y
permanente es seguro que cuenta con la permisividad de los respectivos
gobiernos.
El narcotráfico
es un negocio capitalista como cualquier otro, y así se maneja. Produce droga y
necesita venderla, y como todo comerciante de cierta magnitud, se ve forzado a
llevar a cabo una campaña de difusión y ventas en continuo crecimiento. El generador de la drogadicción es el
narcotraficante. No es la demanda espontánea de droga por parte de una parte de
la población la que lleva al crecimiento del narcotráfico, sino la campaña de
ventas de éste.
Esta
campaña de ventas utiliza todas las herramientas, inclusive las más ruines y
criminales.
Hoy en
día está tan desarrollado el narcotráfico en el mundo, aunque en diferente
nivel en cada país, que constituye un factor muy determinante de los problemas
de seguridad.
El
narcotráfico recolecta agentes para su venta minorista, y encuentra entre los
jóvenes desocupados a buena parte de ellos. Esto agrava el problema de
seguridad. De manera que todo se mezcla.
Pero el
capitalismo es el que genera tanto la pobreza y la miseria como el
narcotráfico. Y como hace siempre, no sólo oculta su responsabilidad, incluso
la niega, sino que utiliza los daños que provoca para engañar al pueblo,
sobredimensionando el problema y proponiendo falsas soluciones.
En el
caso del problema de seguridad la solución que propone es más represión, más
policías, más “mano dura”, etc. En lugar de sufrir las consecuencias políticas de
los daños que provoca, el capitalismo los utiliza para asustar a la población y
proponer falsas soluciones que refuerzan el aparato represivo del Estado. En
lugar de ser una solución agrava el problema, en una espiral que se
retroalimenta a sí misma.
La
verdadera solución, trabajo digno para todos, el capitalismo no puede ni quiere
proporcionarla. Es fundamental que todo el pueblo tenga bien claro esto.
Carlos
A. Larriera
26.4.2018
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