jueves, 26 de abril de 2018

El problema de seguridad se soluciona con trabajo digno para todos


El problema de seguridad se soluciona con trabajo digno para todos




Los capitalistas ocultan su responsabilidad sobre los males que sufre la sociedad. Intentan, y en gran medida, logran que la población los acepte como algo natural. 

El tema de la imposibilidad del pleno empleo es uno de esos males. Nadie ha explicado por qué razón es inevitable, pero está instalado que es así. Hay “explicaciones” que no pueden ser tomadas con seriedad, como cuando se dice “siempre fue así”.

La cuestión es que el capitalismo no puede ni quiere que exista trabajo para todos.

No puede por la naturaleza del capitalismo, por la búsqueda de la ganancia y la competencia intercapitalista. 

No quiere porque necesita una desocupación lo suficientemente grande como para disciplinar a los asalariados, para que no estén en condiciones de reclamar salarios dignos y buenas condiciones de trabajo.

Es en el capitalismo donde “siempre fue así”. Toda la capacidad de trabajo del conjunto del pueblo es necesaria para realizar las obras que se necesitan como, por ejemplo, construcción de viviendas, hospitales o escuelas. La mano de obra desaprovechada, inactiva, que provoca el capitalismo, es todo lo contrario de un buen funcionamiento de la economía. 

El capitalismo no sólo provoca desocupación, sino que impide que los trabajadores tengan sus propios emprendimientos laborales. El caso de la Tupac Amaru y Milagro Sala exime de mayores comentarios al respecto.

Los capitalistas son los propietarios de los medios de producción, de la maquinaria, de la tecnología, de las tierras, de los edificios, etc. Todo lo que sirve para la producción es propiedad capitalista.  

Si los capitalistas son los dueños de los medios de producción, evidentemente son responsables de darles el uso adecuado, que no puede ser otro que el que más beneficia a la población. De lo contrario tiene un monopolio que impide que sea el propio pueblo el que solucione sus necesidades de todo tipo. Y esto es lo que realmente sucede.

Los capitalistas crean la desocupación y, al mismo tiempo, impiden que los trabajadores lo hagan por propia iniciativa. 

A pesar de todo esto, los capitalistas no se hacen responsables de la falta de trabajo. Esta dualidad se repite para cada uno de los perjuicios que provocan.

No existe ninguna ley natural que determine que no puede haber trabajo para todos.

Siendo los verdaderos responsables los capitalistas tratan de engañar a la población, induciéndola a que considere como más importantes otras cuestiones. Este es el caso del llamado “problema de seguridad”. El capitalismo, al crear desocupación, también crea pobreza y miseria. Es parte de la naturaleza humana que algunos sean más resistentes a las penurias que otros. Al generalizarse la pobreza, al aumentar las necesidades que tienen que ver con la subsistencia, en particular las de los niños, todos buscan desesperadamente la forma de solucionarlas. Y una minoría se ve empujada a robar, so pena de no poder subsistir. 

Esto no es echarle la culpa a los pobres, que en primer lugar no son responsables de su pobreza, sino tener claro que en medio de la penuria generalizada es inevitable que una minoría recurra al robo. No son los pobres que, por lo general tienen una gran capacidad de soportar todo su desamparo, sino sólo algunos de ellos, los más débiles, o los que necesitan medicamentos para sus hijos, entre otros casos puntuales. 

Tampoco es la vagancia del pueblo la responsable de la desocupación y la pobreza. Otra vez el ejemplo de la Tupac Amaru demuestra que la voluntad de trabajo es universal, y que se manifiesta allí donde hay una mínima posibilidad de hacerlo. El ejemplo de los cartoneros también es muy ilustrativo. El tremendo sacrificio que realizan, su capacidad de inventar trabajo, habla claramente de la voluntad de no robar, de realizar los mayores sacrificios con tal de vivir dignamente. Incluso sin nada han creado, en cierto modo, una industria.

Pero a todo esto se agregan males específicos del capitalismo, como el narcotráfico. Los grandes narcotraficantes son capitalistas, forman parte de la clase capitalista, son socios de otros capitalistas bancarios, industriales, comerciales. Para poder funcionar la mafia de la droga tiene necesariamente que sobornar y corromper a todos los gobiernos. Allí donde logra una presencia importante y permanente es seguro que cuenta con la permisividad de los respectivos gobiernos.

El narcotráfico es un negocio capitalista como cualquier otro, y así se maneja. Produce droga y necesita venderla, y como todo comerciante de cierta magnitud, se ve forzado a llevar a cabo una campaña de difusión y ventas en continuo crecimiento. El generador de la drogadicción es el narcotraficante. No es la demanda espontánea de droga por parte de una parte de la población la que lleva al crecimiento del narcotráfico, sino la campaña de ventas de éste. 

Esta campaña de ventas utiliza todas las herramientas, inclusive las más ruines y criminales.

Hoy en día está tan desarrollado el narcotráfico en el mundo, aunque en diferente nivel en cada país, que constituye un factor muy determinante de los problemas de seguridad.

El narcotráfico recolecta agentes para su venta minorista, y encuentra entre los jóvenes desocupados a buena parte de ellos. Esto agrava el problema de seguridad. De manera que todo se mezcla.

Pero el capitalismo es el que genera tanto la pobreza y la miseria como el narcotráfico. Y como hace siempre, no sólo oculta su responsabilidad, incluso la niega, sino que utiliza los daños que provoca para engañar al pueblo, sobredimensionando el problema y proponiendo falsas soluciones. 

En el caso del problema de seguridad la solución que propone es más represión, más policías, más “mano dura”, etc. En lugar de sufrir las consecuencias políticas de los daños que provoca, el capitalismo los utiliza para asustar a la población y proponer falsas soluciones que refuerzan el aparato represivo del Estado. En lugar de ser una solución agrava el problema, en una espiral que se retroalimenta a sí misma. 

La verdadera solución, trabajo digno para todos, el capitalismo no puede ni quiere proporcionarla. Es fundamental que todo el pueblo tenga bien claro esto.

Carlos A. Larriera
26.4.2018       





























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