Un mundo irreal
Estamos en un mundo irreal. Es la decadencia del capitalismo
en su máxima expresión, el viejo capitalismo está desapareciendo, las fábricas
duran poco, los obreros están sometidos a una inestabilidad creciente, la
relocalización debilita mucho la organización obrera. La automatización, la
inteligencia artificial, etc., están desarrollando una capacidad de producción
monumental, donde el trabajo humano se vuelve cada vez más innecesario. Aumenta
la desocupación en todos los países, todos los parámetros en los que se
referenciaba la población se han modificado radicalmente o han desaparecido.
El Estado nación está en crisis. Se piensa que el país en que
vive cada uno es eterno, que Argentina va a ser siempre Argentina, con todo su
territorio. Y no es así. Los planes de balcanización de muchos países, en los
que está en primera fila el nuestro, son una estrategia del gran capital
norteamericano y sus socios del resto del mundo. Es claro que se quieren quedar
con la Patagonia, es probable que fabriquen un miniestado en el norte para
quedarse con el litio, o alrededor de Vaca Muerta, etc.
También se cree que las responsabilidades por todos los males
del pueblo se deben exclusivamente a gobiernos, sectores sociales, o personas
que están dentro del país. Del capital extranjero, el que opera en el país y el
que está afuera no tienen ninguna referencia.
No conocen los golpes blandos, las guerras de 4ta., 5ta., y
6ta. generación, han naturalizado la
invasión de EEUU a cualquier país, en general no se sabe quién es Gene Sharp,
ni Sherman Kent, ni muchos otros que han planificado operaciones de destitución
de gobiernos y el reemplazo por otros adictos en todo el planeta, aprovechando
la supertecnología que se viene desarrollando, creando permanentemente formas
de agresión psicológica, de propaganda, de sanciones económicas, de
endeudamiento, para cobrarlo después con los recursos naturales, etc., etc. No,
nuestro país se maneja con absoluta libertad en el mundo. Los gobiernos tienen
todo el poder, el gran capital no existe, etc.
El tiempo histórico es diferente al tiempo de una persona
individual, incluso el de una sociedad de conjunto. Cincuenta o cien años para
nosotros es una eternidad, es todo nuestro período de vida, pero para el
devenir histórico pueden ser sólo minutos o segundos. En la URSS, por ejemplo,
comenzó a restaurarse el capitalismo cuando Stalin subió al poder. Tardó 70
años para imponerse efectivamente. Pero en lo central las causales ya estaban
al asumir Stalin. En los últimos cincuenta años ha habido una ofensiva inédita
en el planeta por parte del gran capital, cuyo objetivo es quedarse con todo.
Nuevamente, para el proceso histórico son unos pocos minutos. En la izquierda
hay quién dice, por ejemplo, que el pronóstico de que habría una Tercera Guerra
Mundial como resultado del enfrentamiento de los grandes monopolios, fue
desmentido por la historia que ha transcurrido después de la 2da Guerra Mundial
No tienen en cuenta, por ejemplo, que durante los años subsiguientes las
guerras entre potencias se han realizado a través de terceros países, debido a
circunstancias históricas específicas. Bastaría comparar el número de muertos
de todos los países invadidos por EEUU, Francia, Inglaterra, etc., con los
muertos en la segunda guerra mundial y se verá que la guerra entre grandes monopolios
a través de sus Estados ha continuado bajo distintas formas.
Todo esto es provocado por la caída irreversible de la tasa
de ganancia, que ha introducido al gran capital en una crisis permanente.
La revolución tecnológica permanente ha permitido a los
capitalistas automatizar cada vez más la producción, prescindiendo
progresivamente de la mano de obra, y fabricando una cantidad descomunal de
productos que añaden un segundo problema: la crisis de sobreproducción. Es
decir, producción de enormes cantidades de mercancías sin nadie a quién
venderlas. No es el origen de la crisis, pero es una complicación adicional muy
importante
El tamaño actual de las grandes empresas ocasiona que el
mercado mundial no alcance para vender la sobreproducción, y que todos los
recursos naturales sean imprescindibles para que el capital mantenga y aumente
su escala de producción.
Esta concentración y centralización del capital se revela en
la ola de fusiones y adquisiciones entre las más grandes empresas del mundo.
En esta situación al gran capital no le queda otra
alternativa que saquear al mundo. No hay que olvidar que la primera causa del
problema es la baja permanente de la tasa de ganancia.
Ningún país está a salvo del saqueo del gran capital.
Considerar cada país por separado, es perder toda perspectiva de lo que pasa en
el mundo. Y de esta manera no se puede entender lo que sucede en cada uno de
ellos.
Macri, Bolsonaro, y muchos otros cumplen en lo fundamental
las directivas del gran capital mundial. Por eso se dice, con razón, que son
gobiernos de ricos para ricos.
Están también los que opinan que el gobierno de Macri
fracasó, que se equivocó, que realizó un montón de promesas y no sólo no pudo
cumplir ninguna sino que hizo todo lo contrario. Es un profundo error, un
desconocimiento de los planes que implementa la ofensiva mundial del gran
capital.
El objetivo del gobierno de Macri, es decir del gran capital
mundial, es apoderarse de todos los recursos naturales, o sea, de todo el país.
La destrucción progresiva y masiva de todo el tejido social
no es un accidente, es el objetivo central del gobierno. Y en esto está
triunfando.
La dictadura militar no destruyó este tejido social. Ahora se
prueba un nuevo tipo de golpe de Estado, sin usar directamente las Fuerzas
Armadas, un golpe blando, disimulado bajo una cáscara de democracia.
El objetivo central es despejar el camino para el saqueo del
país No es una casualidad, la misma política, aplicando distintos aspectos de la
misma metodología, la han venido practicando en otros países. Es lo que están
haciendo en Venezuela.
Para cumplir este objetivo necesitan lograr una derrota
estructural de todo el pueblo, de manera de que no pueda reaccionar, obligarlo
a someterse al saqueo. Buscan provocar la miseria, el desamparo, la impotencia,
para poder apoderarse del país sin mayores problemas, en forma duradera.
No se puede comprender de otra manera. Ya han muerto una
cantidad indeterminada de jubilados con la mínima, por falta de medicamentos,
de atención médica adecuada, etc. Hace poco tiempo habían muerto 120 personas esperando
la aprobación de la solicitud de pensión por discapacidad.
Los tarifazos y los créditos UVA obligan a las familias a
abandonar sus viviendas. Los despidos la dejan sin trabajo.
Todo esto no es casual, no es que el gobierno no lo sepa, es
su deliberada intención.
Sin ingresos, sin empleo, sin vivienda, sin atención de la
salud, aumentando la miseria generalizada, a extremos de que no les pueden dar
de comer mínimamente a sus hijos, somete a la impotencia, a la resignación, a
la degeneración social.
Frente a esta situación provocada, que producen actos
desesperados en la población, utiliza la represión presentándola como una forma
de defender la seguridad de los ciudadanos. Mayor cinismo, imposible, pero el
capital siempre ha utilizado esta metodología.
Recientemente una jubilada se arrojó a las vías de la línea C
del subte, se salvó de la muerte porque la conductora logró frenar a tiempo. Estos
casos no son aislados. Cuántos se han producido ya no lo sabemos, no hay
encuestas. Pero hay muchos. Y son un síntoma inequívoco de lo porvenir.
En general se piensa que la Argentina seguirá eternamente
siendo lo que es. La lucha por un país mejor se enmarca dentro de la visión de una
Argentina eterna, tal cual es hoy, con su territorio, sus provincias, sus
poblaciones, su organización sindical, sus partidos políticos, etc.
Pero este ideario de país no está en los planes del gran
capital mundial. Junto con la derrota estructural tienen el plan de partir el territorio
en pequeños estados, para poder explotarlos cómodamente, sin nadie que le ponga
límites. Esta balcanización complementa y profundiza la estrategia de derrota
estructural.
La mayoría de la población visualiza un país eterno,
inalterable, en el que se puedan llevar a cabo las medidas de lucha como las
que estamos acostumbrados, recurrir a paros, movilizaciones de multitudes, entre
otras formas de protesta, y un tejido social suficientemente fuerte como para
que no pueda ser destruido.
Pero si tratamos de imaginarnos una Argentina balcanizada, a
la manera de Yugoslavia, que también fue planificada y ejecutada por el gran
capital, estaremos en condiciones de mejorar sustancialmente nuestra capacidad
de defensa. Dividir al país en pequeños territorios modifica la relación de
fuerzas entre la burguesía y el proletariado, se reduce enormemente la masa de
clase media, cambia totalmente la situación.
Mientras el gran capital mundial avanza con sus proyectos de
derrota estructural y de balcanización, entre otros, todos se consideran más o
menos seguros, en un país eterno, territorialmente inmodificable.
Los hechos, poco a poco, irán descorriendo el velo de los
ojos de la población, pero en política es necesario darse cuenta a tiempo para poder
elaborar una estrategia que derrote los planes del enemigo.
Tal como viene desarrollándose la situación, llegaremos
tarde. En la Alemania nazi muchos tomaron conciencia recién en los campos de
concentración. Que no nos suceda lo mismo.
Carlos A. Larriera
19.4.2019
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