jueves, 15 de agosto de 2019

El eterno chantaje del "neoliberalismo"


El eterno chantaje del “neoliberalismo”



Macri siguió la política que le indicó el “neoliberalismo”, eufemismo que se refiere al gran capital concentrado y centralizado internacional. El resultado: una deuda impagable, una inflación galopante, una gran corrida del dólar, la ruptura de la cadena de pagos, el aumento insoportable de los precios, etc., etc.
Es un problema del gran capital, no es un problema nuestro, del pueblo. Ellos siguen con la misma política predadora y nos plantean que, como los efectos de lo que ellos hacen nos afecta, tenemos que colaborar en la solución. Pero no cambian su política. En consecuencia, seremos nosotros los que tenemos que cambiar, que aportar algo. Esto siempre e inevitablemente implica aceptar una disminución de nuestro derechos, de nuestro nivel de vida, la baja del salario o la jubilación, la aceptación del aumento de precios, el aumento de la pobreza y la miseria, etc., etc. Pero ellos no cambian su política. Porque según ellos su política es inmodificable, así funciona el capitalismo. Cuestionar su política sería cuestionar al capitalismo mismo, algo contra natura porque el capitalismo está en la naturaleza de las cosas, es inevitable, y hay que respetar sus “leyes” “naturales”. De lo contrario ninguna sociedad puede funcionar. Este es su discurso, a veces más o menos explícito, siempre implícito.
La realidad es que el problema lo crearon ellos, es un problema de ellos. Nosotros, el pueblo, no hemos provocado nada. Ellos lo crearon, ellos tienen que solucionarlo.
En lugar de esto nos trasladan la responsabilidad de la solución. Nosotros no tenemos que hacernos cargo de nada. No tenemos que aceptar su chantaje basado en que la crisis de ellos repercute muy negativamente sobre nuestro nivel de vida. “Algo hay que hacer”, dicen muchas veces desde el progresismo: “está bien que el problema lo crearon ellos, pero no tenemos relación de fuerzas como para obligarlos a solucionarlo. Y tenemos que poder vivir, comer...” Este es el chantaje.
Lo primero que tenemos que instalar, claramente, en la sociedad, es que ellos son los que deben solucionar las cosas, es un problema creado por ellos.
Después cómo hacemos para sobrevivir, es otra cuestión. Pero nunca, absolutamente nunca, debemos legitimar su chantaje. Sería la peor de las alternativas.
Lo que sí tenemos que hacer es reclamar por nuestros derechos, pedir, exigir, que se respeten. Que los alimentos tengan un precio que nos permita acceder a ellos, etc., etc. Pacíficamente, sin darles la más mínima “excusa” para reprimir.
Exigir que sea el gobierno que el cambie su política. No se puede aceptar que siga teniendo la misma política que nos llevó a esta situación, trasladando pretendidamente la solución a nosotros. No tiene sentido, no tiene lógica. El único sentido es que busca instalar en el conjunto de la población que no hay solución si no colaboramos, si no nos “prestamos al diálogo”, si no nos sentamos a negociar. ¿Negociar qué? ¿Aceptar como inevitable el empobrecimiento progresivo de todos? Ellos crean la crisis, nos perjudica, y la solución es aceptar que sigan incrementando la crisis y que nos perjudiquemos cada vez más.
Hay periodistas que aceptan el chantaje. Hacen eje en que necesitamos leche, en que no podemos esperar a octubre, etc., etc. Muy bien, eso no es justificativo para que en lugar de exigirle al gobierno, aceptemos ser más “moderados” en nuestros reclamos. Cambia la forma pero continúa la misma política. Ellos generan la crisis, y cuando se hace cada vez más insoportable para el pueblo, la solución que proponen es seguir generando más crisis y que nosotros lo aceptemos como algo inevitable, porque está en “la naturaleza de las cosas”.
Es fácil imaginar las medidas que hay que tomar. La corrida cambiaria se frena con dólares genuinos. ¿No hay dólares suficientes? ¿La mayor parte es deuda? ¿Mucho endeudamiento? Los que fugaron la mayor parte que lo devuelvan. Sobrarían dólares. No lo van a hacer. Pero eso no es motivo para que aceptemos su chantaje. Hay miles de millones de dólares de la cosecha sin liquidar. Que ingresen todos y sobrarán dólares.
Y hay  muchas medidas más: estatización del comercio exterior, estatización de la banca extranjera. No hay que olvidar que hasta la dictadura de Onganía los bancos extranjeros sólo podían tener una sóla sucursal en la ciudad de Buenos Aires. Ninguna en el interior. Hoy, la mayoría de la banca es privada y extranjera, y es la gran autopista de la fuga de divisas.
Dicen que “colaboremos” para aliviar nuestra situación económica. Pero nuestra “colaboración” consistiría, según ellos, en empeorar nuestra situación económica. En definitiva, si no hacemos nada, estaremos cada vez peor, pero si “colaboramos” también estaremos peor, y en realidad mucho peor.
No hay más que una sola política que podemos llevar adelante: exigir que el gobierno actual solucione los problemas, que satisfaga nuestras demandas de vida.
Lo cual no excluye que nos organicemos entre nosotros para defender nuestro nivel de vida.

Carlos A. Larriera
15.08.2019










viernes, 26 de julio de 2019

La ofensiva de la posverdad



La ofensiva de la posverdad


El gran capital estadounidense ha tenido históricamente, como una de sus estrategias, impedir la industrialización de la Argentina. Ha llevado adelante esta política durante el siglo XX y el actual.
Si repasamos la historia, cada vez que en un gobierno hubo un comienzo más o menos avanzado de industrialización, después vino otro que anuló todos los adelantos y volvió a poner al país en dependencia extrema con el exterior.
Algunos ejemplos claros[1] son el golpe del ’55, el del ’76,[2] los gobiernos de Menem-Cavallo y De la Rúa-Cavallo[3] y el actual de Macri[4]. Haciendo un poco de memoria, y repasando sólo estos cuatro ejemplos, se verá a las claras esta lógica de dominación.[5]
El gran capital de EEUU no podía dejar desarrollarse a un potencial competidor como es nuestro país.
Muchos son los  ideólogos que han ido aportando el marco teórico justificativo de su política de expansión y dominación mundial.
Podemos citar algunos: Cotton Mather y Samuel Sewall y la creencia en la superioridad racial y la “misión civilizadora”. A fines del siglo XVII, en 1845 el periodista John 0’Sullivan y el “destino manifiesto”.[6] A fines del siglo XIX el reverendo Josiah Strong, padre del “darwinismo social”, que por mandato divino no sólo difundía la obligación de expandirse y dominar el mundo, sino también de hacer buenos negocios.   Y el Almirante Alfred Thayer Mahan, brillante estratega, con su tesis de “quién domine el mar dominará el mundo”.[7]
Hasta aquí: superioridad racial, el mandato divino (misión) y el mercado.
La doctrina Monroe de 1823, cuando EEUU necesitaba arrebaterle a los europeos las tierras del Caribe y el resto de América. Cualquier intento de colonización o presencia europea en América Latina sería considerado “una manifestación hostil para los Estados Unidos”, y por lo tanto pasible de una intervención militar.[8]
Parte de este marco teórico es la decisión de EEUU de no dejar industrializar a nuestro país. Para lograr esto una de sus herramientas es el engaño. No se puede dominar un país sin engañar a sus ciudadanos. No basta con el poder militar.
Por eso se elaboraron tácticas de manipulación ideológica. Oficialmente reconocido, el principal cometido de la CIA era ganar “la batalla por la conquista de las mentes”. Y el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) en 1950 planteó como objetivo de la “guerra de propaganda”, como “propaganda más efectiva”, aquella en la que “el sujeto se mueve en la dirección que uno quiere por razones que piensa que son propias”…/…[9]
Estamos frente a un enemigo que cuenta no sólo con un gran poder económico y militar, y está a la vanguardia del desarrollo de tecnologías de última generación, sino que cumple un rol fundamental: la “batalla por la conquista de las mentes”. Un mecanismo gigantesco de engaño de los pueblos.
Hoy ese objetivo central ha sido exponencialmente perfeccionado, resumiendo todas las estrategias que han venido acumulando durante más de un siglo en la “dominación de espectro completo”,[10] para lo cual vienen aprovechando todos los aspectos de la revolución tecnológica.
Esta realidad no es tenida en cuenta en la medida necesaria en los análisis y en las tácticas y estrategias políticas, en distinta medida y forma, tanto por la izquierda reformista como los sectores progresistas, kirchnerismo incluido.
En todo análisis de la situación política no se puede ignorar la verdadera relación de fuerzas existente.
En última instancia el enfrentamiento es la lucha de clases, esencialmente la relación de fuerzas entre los trabajadores del país y el gran capital internacional, mediatizada por movimientos progresistas pero pequeño burgueses como el kirchnerismo.
Se parte de la visión política de que se pueden realizar los grandes cambios necesarios en la economía del país a partir de ganar las elecciones, tremendamente distorsionadas como están, asumir el gobierno, y tener una política adecuada. No se desconoce el poder de las corporaciones, pero se supone que se puede “dialogar” y “negociar” con ellas y obtener el margen suficiente como para desarrollar el país y lograr el “crecimiento con inclusión social”. Esta perspectiva es peligrosa por lo ingenua y altamente limitante para el accionar del futuro gobierno.
A falta de una alternativa por la izquierda, que en todo caso es solamente declamativa, es la política que, sin tener perspectivas exitosas a largo plazo, puede oxigenar un poco la situación social. Permitir un mejoramiento del nivel de vida, aunque sea muy limitado y un mayor margen para acumular conciencia y poder por parte del pueblo, fortalecerlo en la lucha de clases.
La contienda electoral ocupa hoy todo el espacio de acción política y de expectativas en la población, al punto de haber reducido las luchas y movilizaciones en una medida significativa.
La política llamada eufemísticamente “neoliberal” sólo puede ser llevada a cabo con una fenomenal campaña de mentiras como las que muestra hoy Macri, con una metodología que logre, sustancialmente, que el pueblo las crea.
La fórmula opositora Fernández-Fernández, marcha primera en las encuestas, por un margen significativo, y sus propuestas apuntan expresamente a mejorar las condiciones de vida de la población. Esto se ve y se siente. Si las elecciones fueran realmente limpias, seguramente ganaría esta fórmula opositora.
El problema es que la campaña electoral del macrismo, el cual está en completa decadencia, profundamente desprestigiado, se basa en una estrategia discursiva que apunta directamente a la emoción, y bloquea la reflexión y todo tipo de razonamiento. Magistralmente elaborada por Durán Barba y otros, en los últimos días viene demostrando suficiente eficacia como para pensar seriamente en un nuevo triunfo electoral del macrismo, a pesar de todo su creciente desprestigio.
No parece haber un antídoto en este nivel por parte del Frente de Todos capaz de neutralizar y superar esta ofensiva.
Los políticos, periodistas, etc., que son partidarios de la oposición, han subrayado, hasta ahora, dos tácticas necesarias. Por un lado denunciar una por una, con mucha claridad e implacablemente, todas las mentiras del macrismo, poniendo en esta tarea a todos los dirigentes y militantes en todos los lugares del país.
Por otro lado, imitando como un espejo la táctica duranbarbista, apuntar a la emoción del electorado, de manera sana pero eficazmente, sumando a la difusión objetiva de las finalidades y medidas a tomar de su próximo gobierno, formas propagandísticas alegres y pegadizas, como por ejemplo “vamos a comer asado”.
Hasta ahora no han realizado adecuadamente y en la medida necesaria estas dos tácticas.
En qué medida lo harán, e incorporarán otras también necesarias y eficaces, es una incógnita.
La batalla política entre neoliberalismo macrista y populismo progresista está planteada hoy en el plano electoral. Es necesario dar prioridad, como hace Durán Barba, a las modalidades propagandísticas en la campaña del Frente de Todos.

Carlos A. Larriera
26.7.2019



[1] Federico Bernal, Julio De Vido, Néstor y Cristina Kirchner, Planificación y federalismo en acción, 2015, Editorial Planeta, págs. 175 y siguientes.
[2] Ídem, pág. 277 y sigs.
[3] Ídem, págs. 339 y sigs.
[4] Ídem, págs. 453 y sigs.
[5] Benjamín Hopenhayn, Alejandro Barrios, Las malas herencias, ¿Qué dejan los gobiernos que se van?, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, primera edición 2002; Alejandro Barrios, Buenas herencias, El legado económico del kirchnerismo, Hernández Editores, Buenos Aires, 2015
[6] Telma Luzzani, Territorios Vigilados, pág. 55, Ediciones Debate, 1ª edición, 2012, Buenos Aires.
[7] Ídem, pág. 56
[8] Ídem pág. 58
[9] Ídem, págs. 96/97
Las guerras híbridas del imperio, 8.7.2019, rebelión, mundo. https://www.alainet.org/es/active/71881,  ¿Golpe suave? (Parte 2 de 3), “Doctrina de dominación de espectro completo”Rubén Ramos02/03/2014.

domingo, 30 de junio de 2019

Las “masas”, insoportable enemigo histórico para la oligarquía terrateniente


Las “masas”, insoportable enemigo histórico para la oligarquía terrateniente



“De acuerdo al Diccionario de la lengua española, en su avance de la 23ª edición, la oligarquía tiene dos definiciones: forma de gobierno en la cual el poder político es ejercido por un grupo minoritario; y grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político.”[1]

“A lo largo de la historia, las oligarquías han sido a menudo tiránicas, confiando en la obediencia pública o la opresión para existir. Aristóteles fue pionero en el uso del término como sinónimo de dominio por los ricos, para el cual otro término comúnmente utilizado hoy en día es la plutocracia.”[2][3]

En base a estas definiciones, si bien el término “oligarquía”, en el sentido que le dio Aristóteles, es el que abarca mejor su significado, es necesario subrayar que “las masas” como enemigo histórico es un sentimiento particularmente arraigado en la oligarquía terrateniente argentina.

En su libro El paraíso terrateniente, Milcíades Peña proporciona ya desde el título una definición adecuada de la clase terrateniente.

El territorio de la América Española primero, después el Virreinato del Río de la Plata, finalmente la República Argentina, perteneció desde el principio, de una manera u otra, a un reducido número de terratenientes.

Si se compara este inmenso territorio (limitémonos al de nuestro país) con la escasa población relativa, la denominación Paraíso terrateniente salta a primera vista.

Propietarios de una inmensa renta agraria[4], lo cual implicaba el acceso a una enorme cantidad de divisas, primero libras esterlinas y luego dólares, fundamentalmente, explotando a una población comparativamente escasa que no podía ofrecer mucha resistencia, y con la posibilidad de adquirir en Europa todo lo necesario para construir sus grandes cascos de estancia, y todos los productos necesarios en su época, evidentemente estaban en un paraíso.

El paulatino crecimiento de la población, debido no sólo a causas biológicas, sino a la inmigración, a la necesidad de mano de obra, entre otras causas, trajo consigo reclamos de derechos sociales con una fuerza creciente a medida que la población aumentaba.

La oligarquía no podía evitar este crecimiento, por más represión que ejerciera, porque de una manera u otra, para el campo, para la industria (por más pequeña que ésta fuera), para la administración del Estado, para las obras de infraestructura, para las guerras, etc., el trabajo humano era imprescindible, y aumentaba permanentemente.
La posición original de la oligarquía terrateniente, propietaria de inmensos territorios y obteniendo abultada cantidad de divisas en base a su renta agraria, prácticamente sin trabajar, ese paraíso siempre fue considerado su derecho y su propiedad, y fue permanentemente añorado a través del tiempo, reclamando en todos los tonos contra el “despojo” de sus derechos por la creciente población.

Se refleja adecuadamente esta ideología en el final de la famosa película Lo que el viento se llevó, ultrarreaccionaria y defensora de la producción terrateniente esclavista en EEUU, que cierra con la exclamación de la protagonista: ¡Tara! ¡Tara!, el nombre de la desaparecida mansión de su familia esclavista, prometiéndose a sí misma reconstruirla con todo su poder y todo el “paraíso de vida” que para ella significaba.

En el conflicto del campo en 2008,  a raíz de la implantación de las retenciones móviles, era usual escuchar en las movilizaciones “del campo” declaraciones en TV de miembros de las familias terratenientes tradicionales protestando airadamente: “¡¡nos están quitando lo que ES NUESTRO!!”, cómo si la renta agraria fuera fruto de su trabajo.[5]

Para poder disfrutar de la renta agraria hay que ser dueño de la tierra. Aquí nos encontramos con algunos aspectos fundamentales que tienen que ver con la propiedad de ésta.

En un sentido general la tierra sólo puede ser “propiedad” del conjunto de la humanidad. Si se lo piensa bien, no puede haber otro sentido. De lo contrario la generación anterior podría decirle a la siguiente: “esta tierra es mía, no hay para vos”. Es evidente el absurdo de esta posición. El único “derecho” alegado es haber “comprado” (los grandes latifundios son más producto de alguna forma de robo que de compra) antes la tierra. O sea que los que vienen después han perdido todo derecho. Y como siempre se producen nuevas generaciones, por una cuestión biológica, poco a poco la inmensa mayoría de la humanidad no tendría derecho a la tierra. Que es, digamos de paso, lo que está pasando.

Lo que sí hay derecho es al usufructo de la tierra, pero éste bajo determinadas condiciones, reduciendo el usufructo individual a medida que existen más personas en el mundo, y que se le extraiga a la tierra la potencialidad productiva que tiene, etc.

A largo plazo no podrá existir el derecho al usufructo individual tampoco, porque no habría tierra suficiente para repartir en una humanidad creciente. Deberían formarse cooperativas u otras organizaciones similares para explotación agropecuaria.

Hay una falsa ideología que dice que solamente se puede disfrutar del campo, tanto de sus paisajes, de sus bellezas naturales, como de su explotación, si se es propietario de ellos. Poco a poco debería salir a la luz que el disfrute no depende de la propiedad individual de la tierra.

El crecimiento colectivo de la humanidad exigirá cada vez más el aprovechamiento colectivo de la tierra.
Por otro lado, volviendo a la clase terrateniente, y en relación a su queja “nos roban lo que es nuestro”, ni siquiera sus campos se han originado en la compra de ellos. Son producto del saqueo, por lo general a costa de sangre, uno de cuyos capítulos más sangrientos y genocidas es el reparto de la tierra, después de la eufemísticamente llamada “Campaña del Desierto” de Roca, entre los miembros de la Sociedad Rural presidida en aquellos tiempos por un Martínez de Hoz.[6]

“Nos robaron lo que es nuestro” no se verifica, ni por la compra de las tierras, ni por el trabajo que se realiza en ellas, ya que la mayor parte de las ganancias es renta agraria.

El poder de la clase terrateniente ha condicionado todas las posibilidades de desarrollo industrial e inclusión social del país desde que éramos colonia de España.

Hoy en día, no solamente la producción agropecuaria es una combinación de la clase terrateniente tradicional con grandes capitales nacionales y extranjeros, sino que la exportación está en manos de empresas privadas extranjeras. A esto se suma la utilización de la subfacturación de exportaciones, que permite que la mayor parte de los dólares recibidos por ventas al exterior permanezcan en cuentas corrientes en bancos de los exportadores y terratenientes-grandes capitalistas en el extranjero. Como mínimo, los bancos y el Estado miran para el costado en esta subfacturación de exportaciones. También hay que tener en cuenta que gran parte de las divisas que ingresan, los grandes propietarios del campo y las empresas exportadoras extranjeras vuelven a enviarlas al exterior, para lo cual los bancos operan como “autopista de la fuga de divisas”.[7]

En la discusión política y económica el problema de la clase terrateniente ha desparecido. No figura en ningún programa la reforma agraria. Han sabido pasar desapercibidos para gran parte de la población, a través del último siglo, lo cual es una gran victoria para ellos.[8]

A pesar de este enorme poder económico y financiero, sienten como una maldición y una injusticia, como una restricción a su viejo paraíso terrateniente, el paulatino aumento de la población, que no han podido ni pueden parar, y que trae aparejada la lucha por los derechos democráticos, sociales y económicos de la ciudadanía. El ocultamiento de su rol determinante en la economía y la política del país ha sido una de las formas elegidas para preservar sus privilegios.   

En gran medida el originario paraíso terrateniente sigue existiendo, ocultado a la opinión pública con eufemismos como “el campo” durante el conflicto del 2008, ya que bajo esa denominación se incluyen terratenientes, propietarios medianos y pequeños productores cuyos intereses son muy diferentes.

La oligarquía terrateniente siempre luchó contra la “invasión” del pueblo a su paraíso. Los golpes militares contaban habitualmente con su participación, pero tarde o temprano la población volvía a recuperarse y aumentar su crecimiento demográfico. La actual ofensiva contra el pueblo tiene muchas coincidencias con esa política histórica de la clase terrateniente. Hasta dónde podrá llegar y cuán eficaz será la resistencia del pueblo tiene un diagnóstico incierto.

A pesar de toda su resistencia, el “paraíso terrateniente” con su enorme poder, ya no está solo. Hasta ahora, y al menos hasta cierto punto, se ha visto obligado a “soportar” los derechos económicos y políticos de una creciente población, con nostalgia por los tiempos  pasados en los que disfrutaban de la propiedad de sus campos en un país en buena medida desierto si se relaciona la cantidad de población con la extensión de nuestro territorio.

Carlos A. Larriera
30.6.2019




[2] Ídem
[3] “Lo que diferencia la democracia y la oligarquía entre sí es la pobreza y la riqueza. Y necesariamente cuando ejercen el poder en virtud de la riqueza ya sean pocos o muchos, es una oligarquía, y cuando lo ejercen los pobres, es una democracia.” Aristóteles, Política, págs. 173/174, Editorial Gredos, 1988.

[4] ¿Qué es la renta agraria? Es un ingreso que “proviene” del “trabajo” de la tierra y no del trabajo humano. Y el concepto de ganancia se refiere a un producto del trabajo humano, Carlos A. Larriera, Renta Agraria y retenciones, suplemento CASH, Página 12, domingo 8.8.2010.

[5] Ídem.
Domingo 12 de septiembre de 2010, Cine, Awka Liwen, Un notable documental dirigido por Mariano Aiello y Kristina Hille, Voces para una historia de exterminio, La voz de Osvaldo Bayer es el apropiado hilo conductor en un film que no se limita a las “cabezas parlantes” para analizar el plan que eliminó a los indígenas para quedarse con sus tierras, Por Oscar Ranzani
[7] Ver Informe Final Comisión Especial de la Cámara de Diputados, Fuga de Divisas en la Argentina, Ediciones FLACSO y Siglo XXI editores Argentina, en especial pág. 44.
[8] “Este ha sido un gran triunfo cultural de la oligarquía, que logró ocultar el tamaño desmesurado de sus latifundios, mimetizándose con los pequeños productores. Así, todavía hoy se ve a grandes terratenientes simulando ser humildes labriegos que transpiran la gota gorda del trabajo rural cotidiano.” Pedro Peretti, Mempo Giardinelli, La Argentina Agropecuaria, Propuestas para una agricultura nacional y popular de rostro humano, prólogo de Adrián Paenza. Ediciones Contexto, agosto 2018. Págs. 13/14.




jueves, 20 de junio de 2019

Incertidumbres

Incertidumbres



En este momento todo, o casi todo, es incierto. Las incertidumbres ocupan todo el escenario político, económico y social.

El miedo a perder el trabajo provoca una gran angustia en buena parte de la población. Ya no es algo que denunciaban algunos políticos pero que no penetraba en la conciencia como un peligro real. Hoy la situación es muy distinta, porque en todos lados hay quienes pierden su trabajo (uno o varios compañeros de trabajo, un pariente, un vecino, un amigo). Es evidente que en estas condiciones se ha generalizado la conciencia de que cualquiera puede quedar desocupado y que es imposible prever cuando le va a tocar o no a cada uno. Esta incertidumbre genera una gran preocupación en la mayoría de la población.

El resultado de las elecciones presidenciales de octubre es todavía impredecible. Aún no se han realizado las PASO, por lo que falta confirmación definitiva de las fórmulas presidenciales que se presentarán en la primera vuelta, y, por supuesto, no se sabe quiénes irán  al ballotage. Massa, después de muchas idas y venidas, cabildeos, dudas, etc., se ha incorporado al frente opositor, pero como coalición, no como integrante del llamado Frente Patriótico, con lo cual el Partido Renovador mantiene su total independencia política. Es muy posible que una de sus discusiones con Alberto Fernández fuera sobre este tema. Finalmente el nombre de la coalición se denominará Frente de Todos.

Otra incertidumbre es la política que va a intentar desarrollar Alberto Fernández. ¿Coincide realmente en lo fundamental con los Kirchner? Es indudable que es más tibio, que no aspira a reformas más o menos radicales, como Néstor y Cristina. Además la coyuntura económica, la verdadera pesada herencia que recibirá el ganador de las próximas elecciones presidenciales, limita mucho la posibilidad de la realización de grandes cambios. En principio parecería que Fernández está determinado a elevar el consumo, el mercado interno, crear condiciones de vida más o menos normales para todos los trabajadores, activos y jubilados, recuperando el salario, la jubilación, etc. Si es capaz de no ceder a las presiones, y mantenerse en esa política mínima, la situación puede mejorar modestamente, y darnos un tiempo para recuperar aliento e intentar, sobre esa base, profundizar las reformas. Pero qué realizará Fernández en el gobierno es una incógnita imposible de resolver en este momento. Más incertidumbre.

Por otro lado Fernández parece tener mucha confianza en su capacidad de negociación. Pero con el poder económico mundial (occidental)[1] toda su habilidad no es suficiente para enfrentar la política inflexible de éste. Además lograr unir a todo la oposición para ganar las elecciones, no es lo mismo que gobernar con una política común. Esto último será mucho más difícil.

Da la impresión de que Fernández no tiene una evaluación clara y científica del grado de concentración y centralización del gran capital mundial (occidental), y de las consecuencias que esto tiene, la necesidad de saqueo indiscriminado de todo el planeta. Para enfrentar y vencer a un enemigo hay que conocer su estrategia. Si Fernández se limita a implementar brillantes tácticas, tarde o temprano se encontrará frente a un enemigo que no solamente no podrá vencer, sino que ni siquiera le permitirá implementar las modestas reformas que tiene en mente. Si efectivamente no ha previsto la verdadera estrategia del capital, esto llegado el momento, le puede generar desconcierto. Ése es uno de los peligros, una de las posibilidades. Otra incertidumbre.

Un peligro cierto es la incorporación de Massa como cabeza de lista para diputados nacionales por la Provincia de Buenos Aires.
Si, como es probable por su trayectoria, Massa actuara como caballo de Troya dentro del eventual nuevo gobierno, esta posibilidad, entre otras, no hay que descartarla.

La decisión de CFK de configurar la fórmula presidencial con Alberto Fernández como presidente y ella como vicepresidenta, fue una jugada política maestra, digna de una gran estadista, que generó confusión en todo el resto del espectro político, desarmando sus planes electorales y obligándolos a buscar desesperadamente una nueva estrategia con posibilidades de éxito. CFK pasó a condicionar gran parte del curso político electoral a partir desde ese momento.

Esta táctica brillante lo es con seguridad en términos electorales, pero es impredecible su efectividad en términos de futura eventual gobernabilidad. A esta altura es evidente que CFK ha priorizado ganarle a Macri, aún a costa de que sean elegidos, de alguna manera, en distintos puestos, políticos en los cuales no se puede confiar plenamente, y que potencialmente pueden actuar como caballos de Troya en un próximo gobierno progresista.

Se puede decir sin temor a equivocación que, al priorizar la victoria electoral, CFK ha optado por depositar en su capacidad política gran parte de las posibilidades de enfrentar los embates de los posibles enemigos internos en el nuevo gobierno.

Que la batalla es durísima y no termina en las elecciones es indudable. El problema de fondo es que la única posibilidad de derrotar la ofensiva del gran capital mundial es expropiándolo. Mientras mantenga su poder económico, siempre podrá boicotear toda la política de un gobierno progresista, y siempre podrá volver, como ahora, en las próximas elecciones. Sin expropiarlo nunca se lo podrá vencer, a lo sumo conseguir “treguas” relativamente breves, como en alguna medida fueron los doce años anteriores. No hay que olvidar, no obstante, que el último gobierno se basó en la fuerza de la rebelión popular que estalló en diciembre del 2001 y, de alguna manera, bajo distintas formas, ha perdurado hasta hoy.

No es meramente una lucha entre el progresismo populista y el gran capital mundial. Es, en esencia, la lucha de clases internacional entre ése gran capital y todo el pueblo que vive de su trabajo.

La alternativa de expropiación no parece estar en los planes de Fernández, aunque hay voces dentro del kirchnerismo que, hasta cierto punto, se manifiestan a favor. Por ejemplo, Amado Boudou dijo en un reportaje hace unos meses atrás que había que estatizar a Edenor y Edesur.

Qué hará Fernández con Aerolíneas Argentinas e YPF, entre otras empresas, es también incierto. Es evidente que la necesidad de estatizarlas es ineludible.

También es difícil predecir, con cierta aproximación, los próximos pasos que dará el macrismo. En realidad no hay que pensar en el macrismo como si fuera el origen de todas las políticas regresivas. Es el poder económico mundial el que establece las orientaciones generales, e incluso las decisiones diarias del gobierno a través de entidades como el FMI. También la embajada de EEUU incide permanentemente en la política local, a través de un complejo entramado de relaciones, una red cuyos últimos operadores son gente común insospechada de seguir sus orientaciones.[2]

Macri ya está agotado, ha perdido mucha credibilidad, no pueden contar con él para que siga engañando, ya sea para ganar las próximas elecciones, como para seguir mintiendo en un eventual próximo mandato gubernamental.

Lejos de una derrota de la política económica del macrismo, por el contrario, ésta ha tenido un gran éxito, porque su objetivo era destruir el mercado interno, provocar desocupación masiva, bajar el salario real y disminuir las jubilaciones al mínimo para, finalmente, eliminar todas las actividades estatales destinadas a atender y mejorar la vida de la población: educación, salud, vivienda, ingresos, etc., etc., con el deliberado objetivo de desintegrar completamente el tejido social, generar impotencia generalizada al no contar nadie con condiciones de vida mínima, destruir la solidaridad, quebrar la capacidad de lucha, de  organización, de denunciar, de protesta y movilización. Todo ha sido logrado, en gran parte, aunque todavía falta seguir destruyendo más a la población, pero Macri ya ha perdido la capacidad de hacerlo.

Lo que viene sucediendo en la Argentina durante todo este gobierno es una prueba piloto llevada adelante por el gran capital mundial (occidental) con el fin de establecer, gradualmente, una dictadura sin golpe militar basándose, para ello principalmente, en el engaño masivo a la población. Sintéticamente, mientras engañaban y entretenían al pueblo con falsas promesas y difamaciones contra el gobierno anterior, nos robaban en forma descomunal. La primera parte del ensayo general de destrucción de la estructura social en base al engaño ha logrado un gran avance, pero ha agotado sus posibilidades por el momento, con un Macri que no puede seguir garantizándolo. Tienen que reemplazarlo, necesitan reelaborar la estrategia, inventar nuevos engaños que sean efectivos, cambiar la figura de Macri por otra que parezca que sí va a estar a favor del pueblo.

Esto no pueden hacerlo obligando a Macri a renunciar, como sería lógico, porque al mismo tiempo estarían desprestigiando toda la política general del llamado “neoliberalismo”. Ése es el problema que están tratando de resolver, dar de baja a Macri sin hacer lo mismo con el programa “neoliberal”. La candidatura de Pichetto a la vicepresidencia va en esa dirección.

Otra incógnita es lo que hará Massa con los cargos que obtenga en el nuevo gobierno, en caso de ganar. Todo indica que su actuación política está influenciada por la embajada de EEUU. Los Argenleaks y Politileaks revelaron que hablaba con integrantes de la embajada y criticaba al gobierno kirchnerista, cuando todavía era funcionario. Generalmente los vínculos con la embajada una vez comenzados no se pueden romper.[3] La política de Massa, de apoyar en el parlamento todas las leyes regresivas de los primeros años del macrismo, y luego, en la decadencia del mismo pasar a tener un discurso abiertamente condenatorio del gobierno, coincide al milímetro con lo que es natural suponer que ha sido la política de la embajada. Apoyar todo mientras el engaño funcionaba, pasar a la oposición cuando la debilidad de Macri es manifiesta. Porque siempre Massa ha sido una especie de muletto de Macri, una alternativa política destinada a reemplazarlo porque se sabía desde el principio que la capacidad de engaño del macrismo tarde o temprano se iba a agotar.

Lo que sucedió es que Massa no ha podido acumular la cantidad de votos suficiente para reemplazarlo, por eso (sin estar ausente la embajada) han jugado otras cartas: Lavagna y una frustrada Alternativa Federal, que terminó siendo Lavagna-Urtubey, por un lado, Pichetto con el oficialismo y Massa en el Frente de Todos.

Ya que Massa no tiene votos suficientes, la estrategia es que tome una posición muy crítica con el gobierno, y de esa manera, reservarlo para un posible futuro.

De forma similar a lo que sucede con Massa, y la postulación de Lavagna parecen ser iniciativas impulsadas por el capital dominante (sin que la embajada de EEUU sea ajena a esto) para restarle votos al populismo progresista, en este caso al Frente de Todos, evitando que gane en la primera vuelta.

En general los analistas opinan que Lavagna le restaría votos principalmente a Macri.  También puede hacerlo con el Frente de Todos, es difícil pronosticar a quien le quitaría más votos.

En el caso de que Lavagna reciba gran parte de los votos del macrismo, se podría llegar a plantear un escenario que lo superara en votos, de manera que el ballotage sería Fernández-Fernández  vs. Lavagna-Urtubey. En ese caso tendría posibilidades de ganar el ballotage, contando con todo el apoyo de la derecha, incluído el macrismo, y el poder del dinero por parte del gran capital occidental.

Todavía Lavagna no figura con más del 10% en las encuestas, por lo que solamente se pueden hacer hoy especulaciones sobre su posible rol en el futuro.

Si las elecciones se realizaran en forma absolutamente limpia, sin fraude, sin campañas sucias contra la coalición opositora “Frente de Todos”, sin ningún tipo de maniobras en el proceso electoral, esta coalición seguramente ganaría en la primera vuelta. De ahí la necesidad de que algún candidato les quite los votos suficientes para que no pueda hacerlo.

¿Por qué Lavagna? Porque, en primer lugar, no tienen mucho para elegir. En segundo lugar tiene que ser una figura que no tenga enemigos declarados. No es casual que el discurso de Lavagna se centre en la unidad, en la “antigrieta”, etc., por más que su postulación lejos de unir provoque todo lo contrario.

Evidentemente, como ha sido siempre (por ejemplo) la política de Durán Barba, se trata de buscar votos en la franja del medio, en los que no quieren ubicarse en ninguno de los dos polos de la llamada “grieta”.

Principalmente aquellos que hoy dicen que a Macri no lo votan nunca más, por todo el daño que ha hecho, pero a Cristina mucho menos. Muchos han dicho hace tiempo: “Macri no, Cristina menos, no sé, votaré a Massa…”. Pero hay muchos centristas que sin ser tan tajantes prefieren votar a alguien que se les presente como favorable a la unidad, etc.

Lavagna, si alguna vez tuvo una imagen más o menos decorosa, hoy se ha revelado como alguien al que no le tiembla el pulso a la hora de hacer daño al pueblo.

En los últimos días fue noticia la candidatura de Pichetto a la vicepresidencia. Hasta donde puede cambiar el panorama electoral este nombramiento es prematuro vaticinarlo.

El apagón energético[4] que se debió fundamentalmente a la falta de mantenimiento, de inversión, de las empresas de energía privatizadas, por su dimensión debería abrirle los ojos a la parte de la población que aún cree en el gobierno. Los múltiples mecanismos que lleva adelante el poder económico para mantener a buena parte de la población engañada, como la posverdad, las fake news, el silencio de la prensa, etc., hacen que también exista incertidumbre sobre el daño que podría causar a la imagen del gobierno.

Otra novedad importante es la publicación de la plataforma del Frente de Todos. En otras épocas las plataformas de los partidos políticos cumplían requisitos formales pero no eran conocidas en profundidad por la población. La gran expectativa y la esperanza de muchas personas de que la fórmula Fernández-Fernández nos saque del abismo provoca que se preste mucha atención a los planes de su eventual futuro gobierno, y se adopten los puntos principales de la plataforma como propios, y estando muy atentos al cumplimiento por parte de los distintos dirigentes del Frente de Todos.

Sería la primera vez, por lo menos en mucho tiempo, que muchos ciudadanos tomarán conciencia determinada sobre políticas del gobierno indispensables. Nociones como mercado interno, consumo, educación, salud, deuda externa, FMI, etc., se internacionalizarán como necesarias, obvias e indiscutibles, incorporándolas al diálogo cotidiano.

Lo indudable es que de ganar el Frente de Todos tendrá enormes dificultades para gobernar a favor del pueblo, aunque fuera en modesta medida. Este gobierno ha destruido casi todos los avances sociales logrados durante el anterior. La impagable deuda externa con el FMI es un problema central. Se habla de negociar plazos y montos anuales con el FMI. Pero éste puede negarse rotundamente, y probablemente lo haga, porque su objetivo estratégico es la apropiación de las riquezas naturales del país por parte del gran capital mundial (occidental). El método es conocido, el FMI contestaría: “si no pueden pagarme con dólares, páguenme con Vaca Muerta, el petróleo, el litio, los acuíferos, la pampa húmeda, la Patagonia, etc.”

Existe una posibilidad de salida pasajera de esta encerrona, nos referimos a la posible ayuda financiera de Rusia y China. En la vida cotidiana muchas veces para pagar una deuda, se contrae otra más accesible por sus condiciones de pago. Este es el rol que podrían cumplir Rusia y China. En el corto plazo puede ser un respiro. Qué harán estos países en el mediano y largo plazo es otra historia.

Incertidumbres, muchas incertidumbres.

El único verdadero camino es una revolución democrática de todo el pueblo, en cuyo marco éste pueda decidir cuál será el curso a seguir: optar entre expropiar o intentar controlar al gran capital. Hoy estamos lejos de eso, lo que no impide establecerlo como estrategia, y trabajar activamente en esa dirección.

Mientras tanto, en cuanto a la votación, no hay duda alguna de que el triunfo de la fórmula Fernández-Fernández significaría, en alguna medida, una mejoría en el nivel de vida de la población y un aumento de las condiciones democráticas, en cuyo marco se estará en mejores condiciones para seguir luchando.

Carlos A. Larriera
20.06.2019




[1] El gran capital mundial era en las últimas décadas principalmente el de Estados Unidos, pero hoy en día debe compartir su predominio con Rusia y China, de modo que es más ajustado a la realidad hablar del gran capital occidental. Al nombrar simplemente gran capital en este texto nos referimos fundamentalmente al occidental (principalmente EEUU).
[2] La libreta negra, el imperio contra la integración de América Latina, Novela, Fernando Braga Menéndez, PROSA AMERIAN Editores, 2013.
[3] Ídem.
[4] Rescatamos una de las muchas intervenciones de Federico Bernal, director de OETEC, en los últimos días consultado sobre el tema: No es un apagón …/… ni se trató de un corte de luz, como los que tuvo esta esta gestión y como cualquier otra gestión antes.
Esto fue el colapso total del sistema eléctrico nacional, que es muy diferente. Se vino abajo el sistema eléctrico nacional. Primera vez que ocurre en la historia de la República Argentina. En la historia eléctrica de la República Argentina, por supuesto.
Esto no se puede descontextualizar de lo que viene ocurriendo en materia energética desde que Macri asumió. Y yo rechazo con datos oficiales esta creencia de que las empresas están invirtiendo. De hecho, la causa de este colapso …/… obedece a la nula inversión y a la anarquía del mercado que vive el sector energético de la República Argentina.”
https://www.youtube.com/watch?v=ebjnw5-8icE, Federico Bernal en A24, MMD, 17.6.2019: “*PALIZA ÉPICA* Director del Observatorio de Energía puso en fila a los globos y los destrozó por intentar cubrir a Macri por el apagón”, Revolución Popular 2, publicado el 17.06.2019.