La
elevación de la conciencia bajo el kirchnerismo
No se puede cambiar nada de
raíz sin elevar la conciencia del pueblo. Ningún cambio profundo se puede
lograr sin una revolución democrática de toda la población. Pero ninguna
revolución democrática es posible si la mayoría del país no adquiere profunda
conciencia de su necesidad. El poder dominante, el gran capital concentrado y
centralizado internacional, está interesado en que esa toma de conciencia no se
produzca, y actúa por todos los medios a su alcance para impedirlo. La única
posibilidad de derrotar a este poder concentrado es elevar la conciencia a
pesar de todos los obstáculos. Todo el que quiera realmente cambiar las cosas a
favor del pueblo necesita tener como eje de su actividad política esta lucha
por la elevación de la conciencia.
La izquierda actual,
incluyendo a los partidos del FIT, no tiene a la elevación de la conciencia
como su tarea principal. Esto indica claramente que su estrategia no es la
revolución social.
El kirchnerismo incorpora muchos
elementos que oscurecen la conciencia en lugar de aclararla. Reivindica al
capitalismo, reivindica el estado capitalista, está a favor de la conciliación
de clases en lugar de impulsar la lucha de clases de los trabajadores. Estos
rasgos negativos del kirchnerismo son utilizados por gran parte de la izquierda
para negar que contradictoriamente ayude en algún sentido a la elevación de la
conciencia.
Pero la intoxicación de la
conciencia que produce el kirchnerismo es la misma de toda democracia burguesa,
de todo capitalismo. Ningún partido político que reivindique la posibilidad de
bienestar del pueblo bajo el capitalismo puede opinar distinto. Si lo hiciera,
debería negar esa posibilidad e intentar ir más allá del capitalismo.
La lucha contra la intoxicación
de la conciencia bajo el kirchnerismo es la misma lucha en toda democracia
burguesa. No solamente el kirchnerismo, la inmensa mayoría de la población cree
que todas las soluciones posibles a los problemas sociales deben darse bajo el
capitalismo. A nadie se le ocurre ir más allá del capitalismo.
La lucha del verdadero
socialismo debe incluir necesariamente la unidad de acción con todos los
movimientos progresistas, al mismo tiempo que declara abiertamente que la única
solución de fondo sólo puede surgir a través de la revolución social.
La mayoría de la población no
eleva su conciencia estudiando y leyendo. Eso solamente queda reservado a una ínfima minoría de intelectuales (de
cualquier clase social, en su mayoría clase media). El pueblo en general, eleva
su conciencia por experiencia de masas. Acompañar esa experiencia de masas es
una tarea insoslayable de los socialistas. La izquierda del FIT, por ejemplo,
no solamente no acompaña la experiencia de masas kirchnerista, sino que la
menosprecia. Esto es precisamente lo contrario de toda táctica socialista.
Si el pueblo sólo eleva su
conciencia por experiencia de masas, y los socialistas no establecemos una
unidad de acción con esa experiencia, ¿Cómo podemos pretender que se eleve la
conciencia popular? En todo caso no será precisamente con nuestra ayuda, como
planteaba Lenin en el ¿Qué hacer?,
sino sólo por la espontaneidad de las masas. Con lo cual el rol de los
socialistas dejaría de existir, el partido sería innecesario. Toda la
experiencia histórica demuestra que es un absurdo negar la necesidad del
partido revolucionario.
Marx y Lenin reivindicaban la
necesidad de caracterizar el contenido y la dinámica objetiva de todo
movimiento de masas. En el caso de que sean progresivos, por más intoxicada que
tengan su conciencia al momento de iniciarse el movimiento, la unidad de acción
era la política verdaderamente socialista.
¿Es sincero el kirchnerismo?
¿Realmente intenta luchar por el crecimiento con inclusión social para los 40
millones de argentinos? Todos los datos de la realidad certifican que los
integrantes más sinceros del kirchnerismo, empezando por Néstor y Cristina son
sinceros. En todo movimiento hay tibios, oportunistas y caballos de troya, pero
el núcleo central del kirchnerismo no se puede negar que sea sincero. Que sea su
proyecto utópico es otra cuestión. Pero es la utopía de la clase media mundial,
y de gran parte de la clase obrera. La lucha político ideológica contra esa
falsa ideología es la tarea permanente y central de todo verdadero socialista. Pero
la forma de hacerlo no es boicoteando
esa lucha populista, sino practicando la unidad de acción con todo lo que
signifique avances económicos, sociales y democráticos. La demostración de que
la política kirchnerista es utópica y que la revolución social es el único
camino posible pasa por desarrollar, al máximo posible, esta lucha por la
inclusión social bajo el capitalismo. Si el pueblo participa masivamente de
esta lucha, si se agotan todas las acciones posibles para su concreción plena
se verá con la mayor claridad que el capitalismo es una valla que impedirá
siempre la “inclusión social” plena, que hay que superar el capitalismo,
expropiarlo, realizar la revolución social y construir el socialismo.
La culminación de la
construcción del socialismo, por supuesto, es mucho más que la “inclusión
social” es la administración directa del pueblo de toda la vida económica y
social. Pero en el “instinto” de las masas esta
lucha por la inclusión apunta borrosamente en el mismo sentido. Lo espontáneo
es lo embrionario de lo conciente, decía Lenin. No solamente hay que tener en
cuenta la sinceridad en las intenciones de muchos dirigentes kirchneristas, lo
más importante es que se ha despertado un movimiento social que trabaja
activamente para lograr el máximo bienestar del pueblo. Pretender que un
movimiento social de este tipo comience su existencia teniendo plena conciencia
del funcionamiento del capitalismo no se corresponde con la realidad, de hecho
implica estar en contra del surgimiento de todo movimiento social.
No se trata de apoyar al
kirchnerismo como tal, ni a su gobierno se trata, por un lado, de luchar con
todas las fuerzas para que la ofensiva del capital concentrado no tenga éxito,
que no pueda destituir a este gobierno, que no gane las próximas elecciones,
que todos los boicots que realice fracasen, que los fondos buitres sean
derrotados, que se mantenga la mayoría accionaria estatal en YPF, la AUH, y
todas las mejoras logradas bajo este gobierno. Y, por supuesto, que el intento
destituyente o de derrota electoral del caso Nisman no tenga éxito. Y como
dicen los kirchneristas, ir por más.
Los socialistas debemos
proponer en todo momento la mejor forma
de lograr todas y cada una de las reformas sociales, económicas, políticas y
democráticas que sean objetivamente
posibles de realizar bajo el capitalismo.
Por el contrario proponer
reformas imposibles de concretar bajo el capitalismo como sería, por ejemplo,
la abolición del trabajo asalariado, es desde todo punto de vista
contraproducente, absolutamente contraindicado.
La izquierda del FIT por ejemplo,
presenta su oferta electoral como si todas las reivindicaciones posibles de los
trabajadores pudieran concretarse si el FIT ganara las elecciones
presidenciales. Con esto se aparta del socialismo y confunde y engaña a los
trabajadores de dos maneras: por un lado diciendo implícitamente que un
verdadero socialista puede integrar el ejecutivo en un Estado capitalista, y
por otro lado prometiendo que bajo un gobierno del FIT todos los reclamos
sociales podrán ser satisfechos. Esta forma de propagandizar su oferta
electoral implica entre otras cosas, una visión no socialista, burguesa, del Estado capitalista, al mismo tiempo que
presenta a la política de los distintos gobiernos democráticos burgueses como
dependiendo fundamentalmente de la buena o mala voluntad de esos gobiernos para
satisfacer los reclamos del pueblo. Un gran engaño a los trabajadores que,
además, omite mencionar la lucha interburguesa, la política del capital
concentrado y centralizado internacional (CCyCI ) y lo que es peor, sin
mencionar que en todo momento el conjunto del pueblo liderado por la clase
obrera necesitará librar infinidad de luchas a todos los niveles, primero para
obtener la mayor cantidad y calidad de reformas bajo el capitalismo, y después
muchas más aún para lograr la revolución social y la construcción del
socialismo. El mensaje implícito en las campañas electorales del FIT es que si
gobernaran solucionarían todos los problemas. Este mensaje también está
implícito en las críticas que se le hacen al actual gobierno, dando por sentado
que es todopoderoso y que todos los males se deben a su política capitalista
deliberada y voluntaria.
El capitalismo es uno solo,
pero de acuerdo a los diferentes grados de concentración y centralización del
capital, la política de los distintos grupos empresarios tienen diferencias
importantes. Los grandes conglomerados
internacionales que fabrican y venden en todo el planeta tienen
intereses en gran medida contrapuestos con los grupos empresarios que necesitan
del mercado interno para crecer. El populismo es un enemigo para los grandes
conglomerados empresarios cuyo mercado es el mundo entero. Los intentos de
gobiernos como el kirchnerismo de aumentar el mercado interno ampliando la
inclusión social, no son tolerados por estos conglomerados, el capital
concentrado y centralizado internacional (CCyCI). Los ataques contra esta
política del gobierno tienen muchos parecidos, salvando las diferencias, con
los ataques contra la política de construcción del socialismo del gobierno
soviético dirigido por Lenin.
Hay un
paralelo entre la lucha del kirchnerismo, desde el gobierno y desde el llano,
para lograr reformas sociales superando la oposición destituyente del CCyCI y
la lucha del bolchevismo en el gobierno soviético bajo la dirección de Lenin.
Existe una diferencia abismal entre los dos gobiernos en cuanto a que al
gobierno soviético se accede vía revolución social, la destrucción del Estado
capitalista y su reemplazo por un Estado obrero soviético, el proletariado en
el poder dirigiendo a todo el pueblo, apoyándose en la movilización
revolucionaria de las masas, en el armamento general del pueblo, la creación
del Ejército Rojo, etc. Mientras que el kirchnerismo proviene de elecciones
burguesas, mantiene el Estado capitalista, defiende al capitalismo, predica la
conciliación de clases abandonando la lucha de clases, confundiendo
ideológicamente al pueblo. Pero a pesar de esta diferencia abismal se puede
efectuar un paralelo en las dificultades que encuentran los dos gobiernos para
realizar reformas sociales frente a la oposición del CCyCI, que es el mismo en
los dos casos en cuanto a su carácter de capital concentrado. El kirchnerismo
se maneja con un respeto puntilloso de los mecanismos democrático burgueses,
pero recurriendo al apoyo popular, en especial de la juventud. El bolchevismo
se basaba en la conquista del poder político por el proletariado, en la
expropiación de los capitalistas y la lucha revolucionaria del proletariado y
el conjunto de los trabajadores y los campesinos pobres. Los boicots a las
políticas económicas de los dos gobiernos por parte del CCyCI tienen muchas
similitudes. La ofensiva destituyente también tiene similitudes en cuanto a la
ofensiva mediática, la difamación y otras cuestiones, con la diferencia abismal
que para destituir al país soviético lo invadieron militarmente todos los países
imperialistas provocando una guerra civil que los soviéticos sólo pudieron
superar al cabo de varios años.
El
kirchnerismo confía en la burguesía, y en particular en el supuesto
empresariado “nacional”. El bolchevismo expropió a la burguesía, pero no pudo
expropiar al resto de la burguesía mundial, por eso el CCyCI pudo mantener una
guerra feroz contra el Estado soviético.
La utopía del
intento del kirchnerismo de crecimiento con inclusión social bajo el
capitalismo no impide que se hayan realizado y se realicen muchas mejoras en el
bienestar del pueblo y en el desarrollo de la economía, bienestar y desarrollo
que son necesarios como punto de partida para la construcción del socialismo
vía revolución social.
Si la
construcción del socialismo vía revolución social empieza en una situación de
desastre económico generalizado, en que hay que construir todo tipo de
infraestructura, trenes, autopistas, autovías, carreteras, líneas aérea,
producción y distribución de electricidad, petróleo, gas, la extracción de
minerales necesarios como el cobre y el litio, agua corriente, cloacas, plantas
potabilizadoras, telefonía, puertos, puentes, satélites, fibra óptica,
siderurgia y otras industrias de base y todo tipo de industrias necesarias para
el funcionamiento “normal” de una economía, como fabricación de camiones,
autos, aviones, barcos, artículos electrónicos, electrodomésticos, de
computación, impresión tridimensional, biotecnología, nanotecnología,
laboratorios medicinales y de otros productos químicos, y la lista sería
interminable, si hay que comenzar la construcción del socialismo sin todo ese
desarrollo económico, sería prácticamente imposible hacerlo. Basta recordar las
tremendas dificultades que tuvo el gobierno de Lenin, empezando por la falta
generalizada de electricidad, que le llevó a pronunciar la famosa frase: “hoy la revolución es soviets más
electricidad”.
El punto de
partida ideal para comenzar la construcción del socialismo es el máximo
desarrollo posible capitalista, lo
que significaría que en su momento “bastaría” con expropiar al capital para
sentar las bases económicas fundamentales del socialismo.
Pero no sólo
eso, todo avance democrático, todo avance en la lucha contra la discriminación,
todo experiencia de trabajo solidario, o cooperativo, todo avance científico,
tecnológico, cultural, artístico, así como las paritarias sindicales, la
jubilación de todos con edad de hacerlo, la educación, la vivienda, etc., etc.,
constituyen una base poderosa de sustentación para el avance de la construcción
del socialismo.
Todos estos
desarrollos y muchos otros se están realizando en el país en la última década.
Con todas las limitaciones que se quiera, empezando por las limitaciones
capitalistas en que se enmarcan, estos desarrollos deben ser defendidos, aprovechados
e incrementados.
El socialismo
no surge de la nada sino del capitalismo, y toda la experiencia acumulada en
ese período histórico debe ser
aprovechada para construir la sociedad socialista.
La lucha
ideológica contra la falsa ideología kirchnerista sólo se puede ganar luchando
por llevar al llamado “crecimiento con
inclusión social” al máximo grado posible de crecimiento durante el
capitalismo. Sólo agotando esta experiencia de masas, llevándola a su máximo desarrollo
posible bajo el capitalismo las convencerá de la imposibilidad de lograrlo plenamente
bajo el capitalismo. Agotando esa experiencia se habrá adquirido un
conocimiento profundo y masivo de las dificultades insalvables que presenta el
capitalismo, y se habrá elevado la conciencia de las masas tanto en sentido
general como práctico de las tareas que será necesario realizar para la
expropiación del capitalismo y la construcción del socialismo.
La elevación
de la conciencia de las masas es imprescindible para el triunfo de la
revolución social. Transitando esta experiencia hasta agotarla con la ayuda del
verdadero socialismo, las masas se liberarán de la falsa conciencia
kirchnerista pero no por la vía de la decepción, el desánimo y la derrota por
muchos años, sino que por el contrario, al mismo tiempo que se liberan de la
ideología kirchnerista estarán tomando conciencia de la necesidad de la
revolución social para lograr un verdadero
“crecimiento con inclusión social”.
Carlos A.
Larriera
26.1.2015
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