La
profundizacion del saqueo va cambiando, con distinta velocidad, las conciencias
Desde
que se instaló la posibilidad de un triunfo del macrismo en las elecciones del
2015, los sectores progresistas y de izquierda comenzaron a hablar críticamente
de lo que llamaron “ajuste”. La palabra saqueo no se utilizaba, y entonces
quedaba diluído el verdadero significado de la ofensiva del gran capital
internacional sobre la población argentina (y a nivel mundial).
Hoy se
habla cada vez más de saqueo lo que
es un indicativo de que paulatinamente las conciencias van tomando nota de a
poco, parcial y contradictoriamente, pero conciencia al fin, de que esto no es
un “ajuste” sino un saqueo.
El
marxismo explica que la existencia es el principal determinante de la conciencia.
Por esa razón todos tenemos, en un determinado momento, una conciencia que se
corresponde con toda la experiencia vivida hasta el momento.
Cuando
suceden cambios bruscos en la situación, tendemos a analizarlos e
interpretarlos según la visión de la sociedad que nos había generado nuestra
existencia hasta ese momento, lo cual por supuesto, nos conduce a una
interpretación equivocada o al menos parcial y limitada de la nueva realidad. A
medida que esta nueva realidad se va transformando cada vez más plenamente en
nuestra nueva existencia, ésta comienza a ser determinante en nuestra
conciencia, y entra en conflicto con la conciencia derivada de la existencia
anterior. Es así que se producen las más
variadas combinaciones de la conciencia previa con la nueva conciencia que va
surgiendo a partir de la nueva existencia.
Todo
esto es en realidad mucho más complejo, porque la nueva existencia no ocupa
generalmente toda la escena completa, conviven, luchando, la existencia
anterior que va pasando a segundo plano con la nueva existencia, lo que lleva a
distintos momentos de la conciencia: confusión, conflicto, mezcla multifacética
de lo viejo y lo nuevo, etc., que se resume en el hecho de para llegar a la
plena conciencia que esté acorde con la nueva existencia se tarda mucho, la
nueva realidad avanza en la mayoría de las personas más rápido que la
conciencia de ellas y la vieja conciencia implica un paradigma (en el sentido
que le daba Thomas Khun)[1]
que es demasiado estrecho para interpretar lo nuevo.
En
política, como en la guerra, como en toda lucha, es imprescindible prever lo
que va a suceder para poder anticiparse y elaborar los mecanismos necesarios
para derrotar la ofensiva del adversario, en este caso, del gran capital
internacional.
La tarea
de prever es una función fundamental de los dirigentes políticos, es una
responsabilidad ineludible, e imprescindible para el conjunto de la población.
Tomar
conciencia de que va a haber un golpe de estado cuando este ya ha sucedido, es
una derrota, el pueblo se encuentra en una situación de pérdida de vidas, de
cultura, de situación económica, etc., y sometido a la dictadura encuentra muy
difícil y costoso en términos sociales revertirla.
Hay
cambios que son poco menos que imposibles de revertir. La destrucción de Irak
por Estados Unidos, por ejemplo. La separación por parte de Estados Unidos de
la provincia de Panamá de Colombia, para crear un nuevo Estado y poder así
construir el Canal de Panamá. Los millones de migrantes que hoy huyen del
genocidio bélico que está llevando a cabo Estados Unidos en Medio Oriente y en
parte de Asia, como Afganistán. El culturicidio que significó la última
dictadura militar argentina, que no es una interpretación sino una sumatoria de
hechos materiales cuya lista completa es todavía poco conocida. ¿Cómo será el
próximo culturicidio con la desaparición de la educación pública (primaria,
secundaria y universitaria)?.
La lista
es interminable, y no está en la conciencia de la población, salvo como hechos
aislados, que se registran en forma muy incompleta y anárquica.
En el
golpe militar de Pinochet la clase obrera y gran parte de la población, habían
previamente tomado conciencia, en gran medida, del peligro pero no lo
suficiente como para llevar adelante una lucha victoriosa contra el golpe. La
población alemana no tenía conciencia del verdadero contenido del nazismo, como
la italiana no la tenía del fascismo. Tampoco, durante la última dictadura
militar, había conciencia de la profundidad de la represión y destrucción de la
vida económica y social del país. Se pensaba que era una nueva dictadura de
Onganía, que sólo había que esperar que se agotara, y el país volvería a
emerger sin haber sufrido demasiados cambios.
Es una
constante política que los pueblos se enteren demasiado tarde del verdadero
carácter de cada una de las ofensivas del capitalismo sobre sus condiciones de
vida. Y es inocultable la responsabilidad que tienen en esta ignorancia e
imprevisión de los pueblos los políticos
progresistas y la izquierda reformista, una de cuyas principales tareas debe
ser prever en sus líneas generales,
cuáles son los planes del enemigo del pueblo, el capitalismo. Y también se pone
en evidencia, más allá de toda duda, de que no existe una verdadera izquierda
anticapitalista y revolucionaria.
La
conciencia del verdadero carácter del saqueo que está llevando adelante el gran
capital internacional en todo el mundo es todavía precaria, muy incompleta e
insuficiente. No se puede entender lo que sucede y va a suceder en el país sino
se piensa en términos mundiales. En la mayoría de la población la visión queda
encapsulada en los límites de nuestro territorio.
En la
lucha sindical se pueden ver claramente estos mecanismos. Tomemos el caso de
Hugo Moyano. Éste es un burócrata sindical, es decir un dirigente que negocia
con la patronal de una empresa, con una cámara empresaria, y con el Estado,
ventajas económicas a cambio de mantener en un nivel moderado las luchas de los
trabajadores que dirige. Para esto necesita tener cierto grado de combatividad,
porque de otra manera nadie de su empresa o sindicato lo seguiría. Siempre
poniéndole a la lucha un límite aceptable para los patrones. Se lo podría
definir como alguien mitad dirigente sindical y mitad empresario, porque poco a
poco transforma las ventajas económicas de distinto tipo a las que va
accediendo con esta metodología, en la creación de empresas capitalistas.
Hay
burócratas sindicales que se han convertido totalmente en empresarios, como es
el caso de Cavalieri en empleados de comercio, o lo fue el de Jorge Triaca
padre, en el gremio UOyEP, Unión de obreros y empleados del plástico. Y hay
dirigentes sindicales relativamente moderados, pero sin obtener ventajas
económicas, ni buscar conseguirlas.
El
distanciamiento de Moyano del kirchnerismo pareció responder, en lo fundamental,
a un corrimiento casi total hacia su existencia empresarial, abandonando en
gran medida la lucha sindical.
Hoy ha
vuelto a colocarse en la primera fila de esa lucha, recolocándose como
dirigente sindical (sin perder su carácter burocrático), figurando como parte
de la dirección de la Multisectorial 21F.
Una
explicación tentativa de este funcionamiento pendular es que bajo el
kirchnerismo podía dedicarse completamente a su tarea como patrón sin perder
toda su influencia en el gremio de camioneros, ahora dirigido por su hijo Pablo
Moyano, y en el conjunto del sindicalismo. La profundidad creciente del saqueo
lo pone en una situación en la cual no tiene mucho lugar como empresario,
debido a que el capital centralizado mundial viene por todo, y por otro lado si
no se pone en primera fila en la lucha sindical casi con seguridad perderá toda
influencia en los trabajadores. Es esta encrucijada lo que lo ha llevado a su
retorno a la “combatividad”. Pero su accionar fundamental seguirá siendo
pendular si la coyuntura se lo permite, perspectiva en este caso muy remota
frente a la ofensiva saqueadora sin freno que estamos padeciendo. Podemos tomar
esto como ejemplo de cómo los cambios en la existencia provocan cambios en la
conciencia. Con seguridad Moyano no se imaginaba que esta situación se iba a
producir.
Volviendo
al principio de la nota, muchos sectores sindicales y políticos de la oposición
todavía hablan de “ajuste” y no de saqueo, con todo lo que éste último
significa.
La
fuerza, el motor de la resistencia de los trabajadores está en las bases, que
viene reclamando cada día más intensamente la unidad de acción y medidas
efectivas contra el saqueo. La multiplicidad de fuerzas sociales, sindicales y
políticas que se han unido en la Multisectorial 21F no puede tener otra causa
que la combatividad y perseverancia de las bases trabajadoras.
De
cualquier manera la lucha no puede limitarse al plano sindical, es una lucha
profundamente política, la cual no se puede ganar solamente con paros y
movilizaciones, aunque éstos son necesarios e imprescindibles. Se necesita
mucho más. Tampoco alcanza con un triunfo electoral. Es necesario avanzar hacia
una revolución democrática y social.
Las
nuevas situaciones siguen anticipándose marcadamente a la toma de conciencia
del pueblo, y de sus dirigentes, obstaculizando en extremo la posibilidad de
tener las tácticas y la estrategia adecuadas como para vencer en esta lucha.
Carlos
A. Larriera
20.8.2018
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