El cisne negro, los lectores y La Nación
El
editorial del diario La Nación del
jueves 9.7.2105 titulado “El sobrevuelo
del Cisne Negro” es cuasi golpista, como lo han afirmado varios periodistas,
pero no debe pensarse por eso que es un libelo desprolijo, todo lo contrario.
Tiene todo el formato de una nota seria, reflexiva, analítica, con lo cual
seguramente los lectores de La Nación, tanto habituales como circunstanciales
tomarán en serio lo que dice, de una forma habitual y natural.
El
artículo comienza diciendo que no es casual que el gobierno haya creado una división
de espionaje para perseguir a quienes sean acusados de provocar corridas o
producir “golpes de mercado”. El resto del artículo se dedica a “fundamentar”
esta afirmación. Un formato habitual: se afirma algo y luego se lo fundamenta.
Todo
observador objetivo de la realidad argentina sabe perfectamente que las
corridas bancarias, cambiarias, desabastecimientos y golpes de mercado se han
provocado y utilizado permanentemente para desestabilizar a este gobierno. Pero
La Nación le “informa” a sus lectores
de lo contrario: “Es evidente
que, en manos de una administración que ve o fabrica enemigos inexistentes”, o sea da por una verdad sabida que es el discurso
del gobierno “el que fabrica esos enemigos inexistentes” (los que promueven las
corridas cambiarias, etc.), con lo cual el diario logra que sus lectores
nieguen la realidad de acciones desestabilizadoras que se despliega permanente
ante sus ojos y crea que son creados por el discurso del gobierno, que según La Nación “a menudo sirven para ocultar la propia torpeza” y agrega “como ocurre en materia económica y
financiera”, o sea los males económicos son fruto exclusivo de la política
gubernamental y las acciones desestabilizadoras de la oposición no tienen nada
que ver porque “no existen”.
Es una táctica habitual desplegada en todo el planeta:
movimientos desestabilizadores que ocultan su accionar diciendo que los
gobiernos fabrican enemigos inexistentes para ocultar su propia torpeza. El
problema que los lectores de La Nación
lo creen. Provocar dicha creencia y otras más está entre los objetivos de este
tipo de editoriales.
Después explican que quieren decir con Cisne negro: “cuando hablamos en este
editorial del sobrevuelo de un cisne negro queremos decir que advertimos la
posibilidad de un acontecimiento que altere el rumbo aparentemente tranquilo de
la evolución socioeconómica”. Y describe esos posibles acontecimientos.
Primero hablan de: “algún escándalo
personal o de corrupción que haga imposible sostenerse a quienes ejercen el
poder. Sin embargo, ya han ocurrido escándalos que en cualquier otro país
hubieran obligado a un presidente a renunciar, pero aquí han sido asimilados
sin producir esa consecuencia. Los hechos de corrupción han sido monumentales,
obvios y profusamente difundidos, pero la Justicia no ha logrado sentencias ni
encarcelamientos y la gestión de la Presidenta preserva un porcentaje
significativo de aprobación. Gran parte de la sociedad argentina digiere la
corrupción.” Nuevamente deforman toda la realidad, la niegan, dándole valor
de verdad a algo que ellos mismos han inventado: “pero la Justicia no ha logrado sentencias ni encarcelamientos”, a
pesar de que “Los hechos de corrupción
han sido monumentales, obvios y profusamente difundidos”. Hechos de
corrupción “monumentales, obvios y profusamente difundidos” es una afirmación
sin ningún fundamento, es imposible que con todo el poder económico de la
oposición, con el cuasi monopolio de todos los medios de difusión, que no hayan
podido probar nada. Hoy en día es evidente el gran control de gran parte del
Poder Judicial que tiene la oposición. No es casual, porque es el único que hoy
por hoy pueden controlar, no así al Ejecutivo ni al Legislativo. La influencia
que tiene la oposición en la Corte Suprema es hoy innegable. Han podido parar
hasta ahora la aplicación de la ley de medios al holding empresario Clarín,
¿cómo puede ser que no hayan conseguido presentar ninguna prueba ante los
Tribunales si se trata de que “los hechos
de corrupción han sido monumentales, obvios y profusamente difundidos”?
Pero el lector de La
Nación, a pesar de todo, cree en la editorial de su diario.
Después se relatan otros posibles “acontecimientos”: “El cisne negro del que nos ocupamos aquí es
una situación de pérdida de control de la conducción económica que produzca una
reacción social caótica.” “Es, por
ejemplo, el caso de una corrida cambiaria con su consecuente corrida bancaria
que lleve a imponer un corralito de depósitos y a acentuar el cepo cambiario.”
Están diciendo que esto “va a suceder”, no que ellos lo van a impulsar, como
realmente están haciendo en esta editorial. Y “va a suceder” porque “se dan simultáneamente grandes distorsiones
acumuladas que hacen evidente una corrección traumática de un modelo económico
que ya no es sostenible”. Y seguidamente enumeran las “razones” para que
con mucha probabilidad sucedan “estas corridas que llevan al corralito”, etc: Déficit
fiscal, la inflación “retomará inevitablemente
una tendencia alcista”, (subrayado del autor), emisión monetaria, gasto
cuasifiscal que paga el gobierno por stock de letras del Banco Central, “El retraso del dólar coloca el tipo de
cambio real comercial en un nivel tan bajo como el previo a la salida de la
convertibilidad”, “Las economías
regionales están quebradas y el saldo externo comienza a ser negativo.” Y culmina:
“Un cuadro como éste termina indefectiblemente
en una fuerte devaluación” (subrayado del autor).
No es que nada de esto exista, pero lo que existe está
agrandado y deformado, y sigue una hilación que no necesariamente se tiene que
dar en la realidad. La emisión monetaria está probado científica y
estadísticamente, en los hechos, que no
produce inflación por sí misma. El
déficit fiscal, el gasto cuasifiscal, las dificultades fiscales de las
provincias, es una cuestión precisamente fiscal, es decir, la diferencia entre
lo que se recauda en impuestos y los gastos del Estado. Hace falta una reforma
impositiva que les cobre impuestos a estos conglomerados, evitando al extremo
todo tipo de evasión impositiva. Es una solución sencilla, cobrando los impuestos
habituales que se cobran en los principales países del mundo sobraría
recaudación para eliminar todo déficit fiscal. Obviamente la oposición política
al gobierno, que está formada por los conglomerados (holdings) empresarios en
su mayoría multinacionales, no quiere ni oír hablar de esto, y hace y hará todo
lo posible para evitar toda reforma tributaria que aumente la carga impositiva
sobre ellos. No es fácil para el gobierno realizar una reforma tributaria
realmente progresiva, pero los mismos que se quejan del déficit fiscal son los
que hacen y harán todo lo posible para que no se produzca esta reforma, para
seguir pagando impuestos lo menos posible y evadir todo lo puedan evadir.
Obviamente esto está invisibilizado a los lectores de La Nación, mientras el editorial responsabiliza al gobierno de todo
déficit fiscal. La inflación es provocada principalmente por estos holdings
empresarios opositores porque la economía del país en el 2001 ya había sido
concentrada y extranjerizada y hoy la mayoría de los sectores productivos,
comerciales, bancarios y financieros son oligopolios, que en el caso de las
cadenas productivas y comerciales suben los precios por decisión unilateral. El
retraso cambiario tiene también que ver con la inflación. La oposición al
gobierno, los holdings empresarios internacionales, son los que no pagan
impuestos, elevan los precios unilateralmente, no ingresan las divisas y además
las fugan, y al mismo tiempo acusan al gobierno de todos estos males. Acá viene
a cuento la frase “el mejor truco del
diablo es hacerle creer a la gente que no existe”. Es el truco de estos
conglomerados: provocar las penurias económicas e invisibilizarse acusando al
gobierno de provocarlas. Finalmente dicen: “Un
cuadro como éste termina indefectiblemente en una fuerte devaluación”. Alegan
que se necesitaría una devaluación por el retraso cambiario, y este tiene que
ver con la inflación. Además la devaluación agravaría el problema y disminuiría
los ingresos de la mayoría de la población. Eliminando el principal factor que
genera inflación, la oligopolización y extranjerización de la economía, el
problema inflacionario sería mucho más manejable. Una reforma impositiva
progresiva y la aplicación práctica sobre los grandes capitales eliminaría sustancialmente
el déficit fiscal. Hacer todo esto no es fácil, pero lo que interesa señalar es
que los mismos que provocan inflación y déficit fiscal son los que denuncian al
gobierno por estos males y piden devaluación.
Pero falta la segunda parte de la editorial, que se
dedica a amenazar a este gobierno y al siguiente, si se produce una
continuidad. “Ésta [la devaluación] será tanto más incontrolable cuanto menor
sea la confianza que despierte el gobierno que surja de las próximas
elecciones. El extremo de la caída de confianza ocurriría si quien venga
pretendiera seguir con el "modelo".” O sea, seguir con el
“modelo” genera desconfianza, y la desconfianza acelera la crisis. Y advierte
al próximo gobierno que no se le ocurra seguir con el “modelo”. O sea, también
intenta asustar a Scioli, como el mismo diario intento asustar, sin éxito, a
Néstor Kirchner al asumir el gobierno.
Y la tercera parte es la bajada de línea a los
lectores para que impulsen la crisis: “Pero
hay un hecho objetivo: cualquiera sea el pronóstico electoral, habrá
devaluación. A medida que se aproxime la fecha del 10 de diciembre, para
retener pesos argentinos se exigirá una tasa nominal de interés creciente.
Cuando sólo falten 30 días no habrá tasa de interés en un plazo fijo que
compense la magnitud pronosticada de una devaluación. Entre hoy y el 10 de
noviembre veremos una creciente tendencia a desprenderse de los pesos para
transformarlos en bienes o en dólares. Esto presionará sobre los precios y
sobre la brecha cambiaria. La gente y las empresas querrán desprenderse más rápidamente
de la moneda argentina, aumentando su velocidad de circulación. El efecto será
equivalente al de mayor emisión, redoblando el impacto inflacionario.” O
sea: la devaluación es inexorable, la gente correrá a comprar dólares, no se
quede estimado lector ¡compre dólares! antes que sea tarde. Dado que la corrida
es inexorable, apresúrese a participar de ella en primera fila.
Y finalmente, para certificar que es un artículo
serio, después de haber “probado” todos estos “pronósticos”, da por
“fundamentado” que la recién creada “división de espionaje” fue creada para
realizar una caza de brujas a los “inexistentes enemigos” que dice el gobierno
que provocarían las corridas bancarias, etc.
“Éste es el
cisne negro que revolotea sobre nosotros. También el Gobierno parece estar
mirándolo. No es casual que haya creado una división de espionaje para
identificar y perseguir a quienes sean acusados de provocar corridas o producir
un "golpe de mercado".
“Preparémonos
para observar una caza de brujas que busque preservar electoralmente a un
gobierno que mucho ha aprendido de Joseph Goebbels…”
El problema es que el lector de La Nación tomará este artículo seriamente, creerá todo lo que dice,
y se aprestará, seguramente, a proveerse de dólares lo antes posible. Creerá
que se viene la crisis, que todo explota, etc., y actuará en consecuencia. Tal
vez no actúe inmediatamente, pero este tipo de editoriales está destinado a ir
creando la falsa conciencia de que se viene la catástrofe, y de esa manera
lograr que sus “pronósticos” se conviertan en realidad, la llamada profecía
autocumplida.
Pero no sólo los lectores de La Nación se verán afectados, sino todos aquellos que si bien no
leen La Nación, pertenecen a
círculos sociales, laborales, deportivos, en los que sí hay lectores de La Nación, que transmitirán “su” visión
de la situación del país, tomada directamente de este tipo de editoriales. En
muchos ambientes está instalado el tipo de discurso de esta editorial, e
inclusive está tácitamente prohibido opinar diferente, so pena de “dejar de
pertenecer”. Para esos ambientes son verdades indiscutibles. Como diría Mirtha
Legrand: “todo el mundo lo dice, la gente
lo dice”.
Carlos A. Larriera
13.07.2015
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