No es
cierto que hay solamente dos maneras de financiar el déficit fiscal
Los
políticos macristas están aleccionados para repetir en todo momento que existen
sólo dos maneras de financiar el déficit fiscal: emitir deuda pública o emitir moneda. Este es un discurso típico
del llamado neoliberalismo, o la economía “ortodoxa”, que no son más que
voceros del capital en general, y del capital concentrado internacional en
particular.
Resulta
notorio el machacar constante en los medios de comunicación con este
“concepto”.
Por
asombroso que parezca, se olvidan de la forma genuina de financiar el déficit fiscal. Sería un buen ejercicio preguntarle
a la población en general, y a los representantes políticos y económicos en
particular, acerca de cuál es esa
tercera forma genuina. Averiguar hasta qué punto lo ignoran realmente, o por lo
menos no lo tienen presente, sería importante para evaluar la situación
política general. Si nos encontráramos con que la mayoría de la población
afirma no conocer esa tercera forma genuina esto tendría implicancias políticas
negativas.
Que el
macrismo lo afirme permanentemente es comprensible, hace cosas equivalentes en
todos los rubros de la economía, intentando engañar al pueblo, y en gran medida
lo logra.
La forma
genuina es aumentar los impuestos. El déficit o superávit fiscal es la fórmula
recaudación impositiva / gasto público. Si el gasto público que se realiza es
imprescindible, la única forma de evitar el déficit fiscal es aumentar los
impuestos. Es tan simple que es llamativa su negación. Y más llamativo aún la
falta de reacción en la población frente a una mentira semejante, y el poco
comentario por parte de la izquierda y el progresismo. El desenmascaramiento de
esta mentira macrista debería ser objeto de una campaña política permanente. Una
campaña tan vasta e insistente que lograra que no existiera ningún ciudadano
que no conociera la falsedad de no incluir el aumento de impuestos como forma
de evitar el déficit fiscal. Lo que más se ve o se escucha sobre esto es algún
comentario al pasar, o uno que otro artículo económico en los medios
progresistas o de izquierda. Pero sin hacer eje en el tema, sin realizar una
verdadera campaña de denuncia sobre la falsedad de este discurso “neoliberal”.
El tema
es que eliminar el déficit fiscal aumentando impuestos está contenido en la
propia definición. Si se sabe lo que es el déficit fiscal no se puede no saber
que hay dos soluciones genuinas: bajar el gasto público o subir la recaudación
impositiva. Si el gasto público fuera injustificado se lo debería bajar. En el
caso de que sea necesario, incluso imprescindible para el bienestar de la
población no se debería bajarlo, incluso podría ser necesario aumentarlo, como
lo es en la práctica. En este último caso habría que aumentar la recaudación
impositiva.
Los
impuestos no pueden ni deben ser incrementados a la franja más pobre de la
población. Pueden aumentarse al sector de la clase media que tiene una buena
capacidad de ahorro. Pero fundamentalmente deben aumentarse a los ricos, a las
grandes empresas agropecuarias, industriales, comerciales bancarias y
financieras no bancarias.
Existen
400.000 millones de dólares de argentinos en el exterior, la mayor parte
perteneciente a grandes empresas o grandes empresarios individuales. Se ha
dicho insistentemente que una reserva del Banco Central de 40.000 millones de
dólares sería suficiente para que el país no tuviera problemas de restricción
externa. Esos 40.000 millones serían la décima parte de lo que existe en el
exterior propiedad de argentinos ricos. Si se cobrara el 10% de los 400.000 millones
de dólares que están en el exterior se solucionaría el problema de la
restricción externa y del déficit fiscal. No cambiaría nada, los ricos
seguirían siendo ricos. Por otro lado, si se le aumentaran los impuestos a la
clase media con capacidad de ahorro, su nivel de vida se vería afectado en
mayor o menor medida.
Pero ni
siquiera sería necesario repatriar el 10% de los dólares que están en el
exterior, no resulta aventurado afirmar que si se redujera en muy pequeña
medida la evasión impositiva de las grandes empresas, tanto de la “ciudad” como
las agropecuarias, se lograría un cómodo superávit fiscal.
La
conclusión es que no existe un verdadero déficit fiscal. Sería verdadero si no hubiera
posibilidad de recaudar lo suficiente para pagar el gasto público necesario e
imprescindible para la vida de la población. Si es suficiente con retornar el
10% de los 400.000 millones de dólares de argentinos en el exterior o eliminar
un mínimo de la evasión impositiva de las grandes empresas, no se puede hablar
de verdadero déficit fiscal. Hacerlo significa aceptar como algo natural e
inmodificable la evasión impositiva y la fuga de divisas. Significa aceptar
todas las exigencias del capital concentrado internacional, con lo que,
obviamente la forma genuina, aumentar los impuestos, estaría omitida y
ninguneada.[1]
Siempre
mantiene actualidad la frase pronunciada por el actor
Kevin Spacey en la película Los
sospechosos de siempre, de Bryan Singer: “El
mejor truco del diablo es hacerle creer al mundo que no existe”.
Sólo hace falta reemplazar la palabra “diablo” por “capital concentrado”.
En
definitiva, los ricos son intocables, evaden impuestos y fugan divisas con
total impunidad. Lo grave es que esto está naturalizado, hasta tal punto de que
ni siquiera se considera la posibilidad de aumentar la recaudación sobre los
ricos. Obviamente, si se permite que ellos dominen a su libre voluntad, no hay
política económica que sea sustentable.
Carlos
A. Larriera
28.10.2016
Pueden
verse todos los artículos del autor en el blog
[1]
“Existen sólo dos maneras de financiar el déficit fiscal: emitir deuda
pública o emitir moneda”, Ramiro Castiñeira, El
Cronista, 21.3.2013, http://www.cronista.com/opinion/El-deficit-fiscal-termina-en-deuda-o-inflacion-20130321-0026.html
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